domingo, 21 de junio de 2020

Por la Tierra Filosofal







En innumerables ocasiones, he tenido que dar muchas explicaciones para defenderme ante las convenciones agricultoras de mi zona, que no confiaban demasiado en mi proyecto. Pasaron muchos años, casi veinte, y, por fin, hoy, lo que fue un desierto sin vida, salvo matorral seco con algunos almendros y olivos, es un hermoso bosque fresco lleno de vida vegetal, humana y animal, que contiene más de cien especies de árboles y muchos cientos de especies arbustivas y de coberturas, tanto de alimento como silvestre.

El esfuerzo y el convencimiento de lo que hacía, mereció la pena. Mi finca se encuentra en lo alto del pueblo, como a un par de kilómetros de él, y desde muchas perspectivas, se puede apreciar la masa verde que delimita con el desierto actual que existe a su alrededor.

Los principios actuales de la Agricultura Natural, expresan, explícitamente, las formas de actuar, y no actuar, frente a esa actividad agricultora que aspira a configurar un completo intercambio sostenible para la Naturaleza y para el ser humano. Desde su nacimiento, el padre Fukuoka, albergó las bases con cuatro principios, y dispuso una filosofía clara y convincente sobre estos mecanismos. Con la filosofía de Vida Natural Consciente, hemos dado fuerza a esas primeras intenciones del maestro, amplificándolas y ubicándolas en un entorno humano y natural, acorde a nuestros días, para que conserven la fortaleza necesaria para su practicidad y su habilitamiento mental, que trasciende el simple método agricultor y que le dota de una necesaria universalidad. Algo que se hace vital, ante los acontecimientos actuales con los que nos enfrentamos.

Con la reciente publicación de la TABLA NATURAL CONSCIENTE de la TIERRA FILOSOFAL, que corresponde a un capítulo del próximo TRATADO DE AGRICULTURA NATURAL, y que será publicado en breve, naturaleza mediante, obtenemos la posibilidad de albergar esas aspiraciones.

Mi vergel contiene todo un universo de vida, sin embargo, cuando llegué aquí era una tierra enferma, moribunda, con una terrible falta de vida. La Tierra Filosofal son versos profundos, pero podemos entenderla muy fácilmente, si estamos abiertos a entender qué es lo que revela la alquimia de los agricultores naturales que activan la vida, que transmutan la tierra enferma en tierra saludable. Y esa transmutación, gracias al principio número 7 de VNC, actúa en todo el universo de vida que alberga, que son todos los cuerpos naturales que viven en ella, incluidos nosotros mismos.

Todo cuerpo que muestra enfermedad, muestra una tendencia a la falta de vida, este hecho tan sencillo de comprender, nos eleva la suprema comprensión sobre la necesidad imperiosa de aplicar esa vida que le falta, bajo los fundamentos naturales y conscientes, que son los únicos capacitados para ello, según ha quedado mostrado en la Tabla Natural Consciente.  

En manifestación relativa en este mundo, una tierra es un cuerpo, de la misma manera que un ser humano, es un cuerpo también. Ante cualquier situación que se encuentren los cuerpos, frente agentes externos que amenazan la pérdida de vida, siempre podemos alimentar esa vida. Pero necesitamos también defender el entorno, pues él es influencia vital de la interrelación con el resto del mundo. Si alguien se dispusiera a poner dentro de mi vergel, sin mi permiso, algún químico de fertilización, o de deserbado, o desarbolado, o de fumigación antiplagas, ¿qué se supone que yo debería hacer? Nuestros centros corporales son intocables y debemos actuar para defenderlo.

Por intereses artificilistas, los cuerpos de la naturaleza están enfermos y siguen enfermándolos, es, por esa razón, que los agricultores naturales actuamos como alquimistas naturales conscientes, defendiendo la salud de los cuerpos, intentando curar lo que está enfermo. Y lo hacemos: dando vida, e intentando expandirla, cuando sea posible.

En las fotos que anexo, se pueden apreciar algunas imágenes que muestran la línea que diferencia el DESIERTO SIN VIDA -TIERRA ENFERMA-, y EL BOSQUE NATURAL DE ALIMENTOS LLENO DE VIDA -TIERRA SALUDABLE-.

Reflexionemos sobre todo ello.

Por la Tierra Filosofal de los habitantes naturales del mundo.

miércoles, 10 de junio de 2020

Las plantas son el reflejo de lo que somos


Fukuoka nos dijo, en uno de sus principios, no echéis químicos a vuestros cultivos, ni para fertilizar, ni para sanar vuestras plantas, porque, si lo hacéis, romperéis el ciclo natural de defensa de la Naturaleza y todo acabará por ser destruido. Aquella sentencia ha recorrido el planeta.

Desde entonces, surgieron multitud de modelos para evitar usar esos químicos tóxicos, y todo fue muy bien, pero ¿entendimos entonces, en toda su extensión, el mensaje auténtico de la filosofía de Fukuoka? Desgraciadamente no, además de que había otros principios que no fueron tenidos en cuenta y que dependían también de esa primera sentencia.

La razón por la que me decidí a escribir sobre estos temas, fue porque, a través de mi propia experiencia con el campo y con el ejercicio filosófico y espiritual, me di cuenta que el mensaje del maestro había sido degenerado y malinterpretado, con lo que sentí que debía ser de nuevo promovida. Por entonces, no sabía con lo que me iba a topar. La cuestión es que ahí nació la renovada Agricultura Natural de Vida Natural Consciente. Muchas veces, debemos retocar y sanear los pilares de un valioso edificio antiguo, que fue parcheado y sobrecargado con peso indebido.

Y ahora vamos al tema: El ser humano es parte de la naturaleza y, siendo así, que no creo que haya duda sobre ello, entonces debemos medir bien ese principio de los químicos que introducimos en nuestro cuerpo también, que es tan natural como el de las plantas.

Los agricultores naturales que lo hemos experimentado, sabemos que las plantas responden maravillosamente bien ante las plagas, cuando tienen un ecosistema adecuado. Esto hace que las únicas enfermedades devenidas sean las naturales y tal correspondencia dota de salud general a todo el ecosistema.

Con el cuerpo y la mente humana pasa exactamente igual. Si les dotamos de un ecosistema alrededor adecuado, las únicas enfermedades sobrevenidas son las naturales. Teniendo en cuenta cómo vivimos hoy, debido a las infinitas interferencias tóxicas del artificialismo, no queda más remedio, entonces, que dar un doble tratamiento para hacernos a imagen y semejanza de lo que somos en verdad, pura naturaleza: el primero es, dotar ese ecosistema adecuado, y el segundo, ir desintoxicándonos de los químicos y otros artificialismos, también derivados de la separación, a través de lo que he llamado “Natural artificilidad”, que no es más que un proceso de transición.

Con la tierra filosofal -Tabla natural consciente-, recientemente publicada, estos términos tan sencillos de comprender que aquí expreso ahora, han quedado expuestas de tal manera, que las esencias fundamentales de la A.N. han acogido sentido universal y profundo sobre todas las manifestaciones de la naturaleza. No debemos perder nunca el hecho de que, cuando hablamos de Agricultura Natural, estamos cultivando no sólo las plantas, también estamos cultivando nuestro cuerpo y nuestra mente -espíritu-, como una parte más de la naturaleza.

No nos quepa duda, que las plantas son el puro reflejo de lo que somos también nosotros. Observando cómo son ellas, y cómo las tratamos a ellas, nos estamos observando y tratando también a nosotros mismos.

martes, 9 de junio de 2020

Una llamada a la reflexión


Existen varios temas muy relevantes sobre la mesa de discusión actual de todos nosotros, habitantes con derecho a pensar libremente, mientras los poderes trabajan para encontrar las mejores soluciones para los humanos. Una de estos temas, es sobre si es conveniente o no, en la situación actual, imponer una ley sobre el uso obligatorio de la mascarilla y sobre una vacunación obligatoria. Pienso que debemos reflexionar mucho sobre estos dos temas, que están creando tantas divisiones ideológicas y de convivencia.

Lo primero que debemos atender, lo que ya fue dicho, que es lo que la Constitución y los derechos humanos resguardan en cuanto a la libertad de las personas. Creo que este tema tiene hilos complicados, en tanto que, en situaciones como las dadas hoy, se cuestiona tal libertad, en tanto que se le da la presunción, si no se cumple con lo que se establece y que roba la libertad, de perjudicar a los demás. En una situación de emergencia real, esto podría tener sentido, y yo creo que casi todos los humanos, hemos sido responsables y asumido tal situación de manera eventual. El problema es el medio y largo plazo del asunto, que implica una posible presunción de tal “perjuicio”, que crea, a su vez, un “prejuicio” infundado, basado en supuestos que aún no han sucedido.

Determinar a priori, un condicionante de posibilidad, que atenta la libertad de las personas a medio y largo plazo, es altamente peligroso, y ATENTA DIRECTAMENTE contra el último artículo de la declaración de los derechos humanos. Más aún, si tales determinaciones, sólo están sostenidas por supuestos que no existen en el momento presente.

El mítico y antiguo Nostradamus, fue un visionario y atentó sobre toda ciencia. Se atrevió a determinar un futuro para los humanos, delimitando toda posibilidad de libre albedrío, eliminando, por completo, la capacidad humana para poder cambiar las cosas desde el momento presente, por la creencia totalitarista de un designio superior que estipula el futuro catastrófico, por encima de un humano inferior, sin capacidad alguna para cambiar tales ilusorios designios. Ante tal amenaza, solo cabe esperar el desastre, y con ello, los humanos vivimos tal desastre, sencillamente, porque lo hacemos realidad creyéndonoslo y actuando en consecuencia.

La ciencia médica de hoy, en muchas de sus vertientes, que son, presumiblemente, las que gobiernan a los gobiernos, están ya vaticinando nuevas catástrofes irremediables. Y ante tal amenaza, intentan proponer medidas que atentan, en un medio y largo plazo, a las libertades básicas previstas en las Constituciones de los países y en la Declaración Universal de Derechos Humanos ¿Qué hacemos? ¿Nos las creemos, o mejor reflexionamos un poco para salvar nuestras libertades? YO PROPONGO REFLEXIONAR, QUE ES LO MÁS SENSATO, ANTES DE CONFIGURAR UN MUNDO MEDIAVALISTA, BASADO EN “MITOLOGÍAS CIENTÍFICAS” QUE VATICINAN LA CATÁSTROFE.

Hagamos un ejercicio simple de reflexión y propongamos una manera inversa de pensar “a priori”: Supongamos que, en un ambiente naturalizado y consciente, el ser humano tiene la capacidad natural de pensar en positivo y puede dejar de creer, si quiere, en catástrofes futuras naturales, sobrevenidas de enfermedades infecciosas muy graves, capaces de destruir una gran parte de la humanidad. Supongamos, también, que el ser humano tiene la capacidad natural corporal de defenderse ante toda adversidad, si cuenta con las condiciones naturales y conscientes, sin tener que depender de la elaboración de preparados químicos, altamente contaminantes, para todos los cuerpos de la naturaleza.

Bien, tan posible es esta forma positiva de pensar “a priori”, como la primera opción negativa, que es justamente la contraria. Si las dos son posibles, ¿quién puede determinar la obligación a pensar una u otra? Sólo mentes totalitaristas, que no creen en la libertad de la naturaleza ni en la consciencia, o que persiguen un fin determinado, aún a sabiendas de estas creencias, pueden obligar a pensar en una de las opciones.

Si el futuro no puede predecirse, salvo que nosotros lo hagamos real con nuestras acciones, tampoco podemos dar como válido una “determinación” impuesta a priori, sea la que sea, si hay presunción de inocencia en las acciones previas. Lo que significa esto, es que tenemos el derecho inalienable y pleno de pensar, proyectar y enfocar nuestro futuro, tal como queramos, relativo a estos términos de pensamientos y acciones que afectan directamente a nuestra integridad y libertad personal, sin estar obligados ni condenados a pensar, que estamos afectando a nadie, pues tal afectación no es previsible, salvo por “mitología científica”.

Yo, personalmente, decido y abogo, por pensar, proyectar y enfocar nuestro futuro de forma positiva, con la confianza implícita en la capacidad positiva humana de crear su propio destino futuro. Con ello, pienso mi “a priori” de la siguiente manera: Si no hay pandemia ahora, no necesito proyectarla, ni en el presente ni en el futuro, por ello, apoyo la no obligación de usar la mascarilla de forma tan generalizada y pública, así como la de no lavarme las manos en lugares públicos con desinfectante químico, así como la de no prever una distancia supuesta de seguridad, salvo naturales evidencias, pues yo creo en la seguridad del contacto humano, así como la no obligatoriedad del uso de una vacuna u otra medicación química, como panacea de salvación ante una supuesta pandemia posible que no existe hoy, pues es mi integridad física y a nadie le corresponde, bajo ninguna circunstancia, a decidir sobre lo que introduzco en mi cuerpo. Aún menos, a juzgar a mi persona por ejercer tal manera de pensar.

NO CREO QUE NINGÚN SER HUMANO SALUDABLE, POR SU CONDICIÓN NATURAL, SEA RESPONSABLE DE LA ENFERMEDAD DE OTROS; sí creo, sin embargo, en la responsabilidad sobre el daño en la salud general, que están produciendo las substancias químicas artificiales en todos los cuerpos de la naturaleza.

Para los que elijan la opción contraria, yo les pregunto: si tanta fe, tienen ustedes por los químicos salvadores, protéjanse ustedes, introduzcan en su cuerpo toda clase de substancias contaminantes, es su derecho libre, pónganse una mascarilla de protección doble, que las hay, respiren su propio Co2 y vivan sin oxígeno, si ustedes lo quieren; de esta manera, estarán ustedes altamente protegidos, según sus designios, pero dejen respirar y vivir en paz a las personas saludables que no quieran hacerlo. SI TAN ALTA ES SU CREENCIA EN ESTAS PROTECCIONES, ENTONCES, NO TENDRÁN NADA QUE TEMER SI LAS USAN. SI TEMEN, ENTONCES SUS PROTECCIONES TAMPOCO SON SEGURAS, Y SI NO SON SEGURAS, ¿POR QUÉ QUIEREN QUE LOS DEMÁS PENSEMOS QUE LO SON? Discúlpenme, pero es absolutamente contradictorio.

Ante una contradicción así, de tan alta evidencia analítica y sensible, y ante todos los hechos de pensamiento mostrados, las opciones de todo habitante del mundo, que elija pensar en los términos positivos expuestos, son fomentar la reflexión y el diálogo pacífico entre las personas y ante las autoridades pertinentes y, en caso de dificultades, acogerse al derecho de rebelión, recogido en el último artículo la Declaración Universal de derechos humanos, que salvaguarda y defiende todas las libertades individuales y colectivas allí prescritas.