Para los habitantes naturales conscientes del mundo, el invierno es un tiempo templado en actividad física. Como ya hemos repetido algunas veces, nos regocijamos, una y otra vez, en tal escenario (...) "a la luz de la chimenea, con el calor apacible del fuego, tomamos el reposo adecuado en la elaboración de las tinturas, aceites y otros preparados simples y la preparación de las semillas, que muy pronto irán a la tierra de nuestras almácigas y el esparcido directo. Son tiempos también para el trabajo casero o intelectual, para las reuniones entrañables, las lecturas apacibles, las charlas interminables, la meditación, el yoga físico y el estado contemplativo interior".
Pero no todo es
reposado, en los días más templados, aprovechamos la tregua para cortar leña,
regar cuando no hay lluvia, podar las ramas secas de los árboles frutales, repasar
las huertas de invierno, hacer pequeñas construcciones y, ¿cómo no?, para otras
actividades lúdicas, como pasear por las montañas, los bosques y las llanuras.
La huerta de
invierno se suma a esa menor actividad, sin embargo, al igual que nosotros, los
humanos, tampoco cesa del todo, sobre todo en los climas suaves mediterráneos. Las
hortalizas crecen lentas y sosegadas, vibrantes de vida y nunca dejan de dar
alimento para nosotros, agradecidas de nuestra mirada y cuidado conjuntados.
En la imagen de
hoy, podemos apreciar las remolachas de la pasada primavera; algunas aún están
en tierra, continúan alimentándonos, más poco a poco, con un ritmo suave y a la
espera de la llegada de la primavera. Allí mostrarán sus flores y nos darán
después las semillas de próxima temporada. Las kales que las acompañan, son
plantas de frío con un cultivo natural muy parecido a las berzas; son fuertes y
agradecidas, ofreciéndonos un alimento continuado de exquisito sabor y
excelentes cualidades nutritivas.
Feliz invierno
agricultores Naturales!
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