La esclavitud y
la servidumbre ha perseguido a los humanos desde tiempos inmemoriales; con la
declaración de derechos de 1789, por primera vez, se proclamaba,
universalmente, el recurso supremo de las personas de la rebelión contra la
tiranía y la opresión. Pero, no sería
hasta el año 1948 que la ONU acordara, por fin, la declaración universal de los
derechos humanos, que determinaba para todos, la dignidad y el valor de la
persona, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, basándose en la
responsabilidad de comportarnos fraternalmente los unos con los otros, por
estar dotados de razón y conciencia, tal como se resalta el artículo 1 de dicha
declaración.
En los albores
del siglo XXI, se han desatado sucesos mundiales que nos han hecho
replantearnos muchas cosas, incluso hasta la libertad, donde, hasta ahora, no
había duda alguna. Ciertamente, todo está en continuo movimiento, y esto
provoca, insoslayablemente, la necesidad de nuevas maneras de pensar con sus
nuevos paradigmas. Nuevos retos, nuevas soluciones.
Ante la difícil
situación actual, hace unas semanas, la Agricultura Natural (AN) de Vida
Natural Consciente (VNC), en su derecho colectivo de libertad de expresión y
basándose en la filosofía expresa de VNC, declaraba públicamente la necesidad
humana de implantar un nuevo derecho, por la salud natural, esto es: disfrutar
de un aire, una tierra, un agua y un calor puros, tal como nos fue dado por
natural nacimiento, con todo lo que ello implica. Del mismo modo, recordó el
derecho natural de movimiento, según se desprende del artículo 13 de la
Declaración Universal.
En un estado de
alarma y de excepción, la libertad puede ser “supuestamente” limitada y siempre
coyunturalmente, para salvaguardar la seguridad de todos, y “con el único fin
de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los
demás”, o por motivos de salvaguarda del derecho a la salud, en este caso,
pública. Nos encontramos ante un hilo de difícil medida, pero, aun en esta
situación y expresada la colaboración de todos, nuestros derechos siguen
vigentes, y debemos expresarnos libremente para poder ubicar los cambios que se
pudiesen avecinar sin que corran riesgo estos derechos inalienables. En el artículo
30 de la Declaración Universal, se expresa que “no podrá interpretarse los
derechos, para emprender o desarrollar actividades tendentes a la supresión de
cualquiera de los derechos” de tal declaración. Esto nos protege y nos da
competencia a las personas para reclamar que, ningún tipo de ley, sea
científica o política, o de cualquier otra forma, puede ir contraria, de manera
continuada, o tendente a ser más permanente, a los derechos que tenemos todos
lo humanos; y mucho menos, puede la ley, basada en alguna clase de ciencia, etc.,
obligar o alentar, servidumbre o algún tipo de diferencia entre las personas,
sean como sean, o tengan la condición que tengan.
Puesto que la ley, ni las autoridades competentes, tienen autoridad para clasificar a las personas por ninguna clase de rango, tengan la condición que tengan, un virus o lo que sea, toda persona es libre de relacionarse con su condición natural, si lo desea, y nunca puede suponer una amenaza social por su natural condición, tal como se desprende en el artículo 2 de la Declaración Universal: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamadas en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.
Las personas
llamadas, equivocadamente, vulnerables, adorarían vivir una vida con los suyos, y ellas tienen la libertad
total de protegerse o encerrarse, si es su deseo, sin embargo, las personas
sanas, con o sin virus, tengan la condición que tengan, tienen el derecho de
seguir viviendo, nuestros hijos deben enamorarse, besar, abrazar, contactar
libremente con sus semejantes, no se les puede robar ese derecho, debemos
abrirnos a la vida, crear vida, no se puede vivir con miedo a morir o enfermar,
y mucho menos que suponga una amenaza impuesta bajo el resguardo de la ley, esa
enseñanza a nuestros hijos es de total irresponsabilidad e ignorancia y falta a
nuestros derechos fundamentales.
El pensamiento y la realización material de VNC, están basadados en la templanza expresada según los términos de la teoría filosófica de la indeterminabilidad. Esta manera de pensar, sentir y materializarse en este mundo, defiende unos términos de respeto y confianza en la humanidad y al entorno de dicha humanidad, que es la Naturaleza. Estas posturas defienden la necesidad de naturalización humana y de evolución de la consciencia, albergando los espacios intermedios de “natural artificialidad” con la esperanza de que las dos tendencias, aparentemente opuestas (artificial- natural), puedan articularse en un libre intercambio que no extreme ninguna de las propensiones. De esta forma, rechaza cualquier clase de totalitarismo, tanto desde el conocimiento científico, o tecnológico, como de otros conocimientos, y sin excusa alguna para que estos extremos puedan imponerse totalitariamente, o suponer una amenaza, a nuestros derechos universales de libertad.
Los humanos nos
hemos ganado el derecho a opinar libremente, continuemos haciéndolo, pero
recordemos que sólo opiniones respetuosas y dignas, que no alienten la
violencia, la intolerancia, la mal-intención o la mal-interpretación, etc, es lo
único que puede asegurarnos ese derecho a la libertad de expresión, con toda la
diversidad de opiniones incluidas. Aun siendo estas no coincidentes, conforman
el maravilloso mundo universal del respeto y la convivencia armónica, rasgo
evolutivo humano que, en razón y consciencia, es máxima de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos.
Debemos
expresar la necesidad de alzar nuestros derechos, con la defensa también explícita
del medio ambiente, debemos fomentar el diálogo sensato, así como buscar el
término medio que no esté abocado a la imposición o el totalitarismo del
conocimiento, sea esta la científica objetivista, la tecnológica, o de
cualquier índole. Para ello, se hace urgente habilitar las transiciones
necesarias entre las tendencias, con la intención de que todas las personas
puedan conservar y ejercer el derecho que tenemos ganado y que nos sacó de la
esclavitud.
Por una vida
más Natural y Consiente.
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