Es de conocimiento universal insoslayable, que todos los
seres vivos de esta tierra, nos hacemos a imagen y semejanza de nuestro medio. Tanto
las naturales circunstancias, como las artificiales circunstancias del medio al
que estamos expuestos, provocan cambios naturales en nuestra manera de ser que
nos permite estar adaptados a esas nuevas condiciones y así nos transformarnos
con la misma idiosincrasia. Esta es la gran capacidad de la vida, que, por sí
misma, tiene la fuerza propia para provocar las mutaciones necesarias, dentro
de todo ser vivo, para que siga siendo vivo. Esa capacidad se encuentra en
nuestro impulso natural inmunológico, que posee su potencial adaptador,
presente y hacia el futuro, con todo el historial de nuestra información
genética pasada. Eso es lo que ha permitido que, a través de millones de años,
aún estemos aquí, eso es el concepto de evolución, desde el punto de vista biológico.
Dicho esto, y considerando que nuestras acciones son causa directa
de cambios en nuestra información genética y en nuestras condiciones presentes
y futuras, la pregunta que nos vamos a hacer hoy es: ¿qué clase de evolución
queremos para la humanidad y cómo nos afecta, o podría afectar, tal o cual clase
de evolución?
Antes de comenzar esta reflexión, debemos expresar con mucha
claridad, que todo cambio esencial que la humanidad haga sobre sí misma, debería
estar previamente dialogada y consensuada desde todos y cada uno de los ámbitos
del conocimiento, y no solo impuesta, tal como estamos viviendo y sean las
causas que sean, desde la ciencia tecnológica artificialista, que está mostrando
ser pseudociencia con tal comportamiento. Cambios esenciales, sobre todo si hablamos del
ámbito genético, así como el social, el de naturaleza, etc., tocan los pilares
de la ética humana, por ello, todas las ciencias -filosofía, medicinas
naturales, biologías y otras ciencias de la naturaleza, antropología, sociología,
espiritualidad, entre otras muchas-, deben alzar su voz con fuerza y provocar un
diálogo importante antes de que sea demasiado tarde. Desde mi humilde posición,
que el presente artículo, sirva de llamamiento para alcen voz, todas aquellas
personas responsables y capaces de todas las ciencias existentes.
Una planta es un ser vivo biológicamente igual que nosotros,
como cualquier otro ser vivo. Llevo investigando muchos años, en teoría y en práctica,
el comportamiento de las plantas en el medio y he concluido resultados muy
trascendentes para el tema que estamos tocando. Una de mis investigaciones, ha
sido intentar adaptar plantas hortícolas, con modificaciones genéticas
artificiales, a condiciones naturales, para ver si son o no reversibles. Es
decir, lo que he intentado es cultivar plantas que fueron creadas artificialmente,
en condiciones de medio natural y dotadas de ayuda con el acompañamiento e hibridación
natural de otras no modificadas, para ver si las primeras podían revertir sus
condiciones artificiales y podrían adaptarse a un medio natural. Debemos advertir
que la mayor parte del alimento vegetal que comemos hoy día, viene de esas plantas
modificadas artificialmente, con lo que, ya sólo con eso, indirectamente, ya estamos
produciendo un cambio genético en los cuerpos humanos.
Después de años en tal investigación, he tomado la
conclusión final de que para los casos de domesticación artificialista extrema,
necesitaríamos quizás, de ser posible y con mucho empeño, cientos de años para que
una planta de esas características, pudiese revertir sus condiciones artificiales.
Esto quiere decir que las modificaciones artificiales genéticas en las plantas,
y aun peor, la transgenia, las hace tan débiles ante las condiciones naturales,
que enferman gravemente y no sobreviven, salvo que les administremos permanentemente
modificaciones y productos sintéticos; y lo más preocupante, dichas plantas, a
corto y medio plazo, están completamente incapacitadas para volver a ser lo que
eran de forma natural. En definitiva,
las plantas con modificación genética artificial, son absolutamente
dependientes de los antiplagas y de los abonos químicos, así como de
modificaciones posteriores permanentes y no son capaces de vivir, por sí mismas,
en un medio natural.
Mi experiencia es la Agricultura Natural, y puedo afirmar, con bastante certeza y muchos compañeros podrían hacer lo mismo, que tales
modificaciones en las plantas, provocan ya un cambio indirecto suficientemente sustancial
en los seres humanos y en el medio que le rodea -alimento, aire, aguas, etc,..-, que se hace cada día realmente
más difícil el retorno al medio natural. El problema es que sin naturaleza nada
somos, pues la vida se conforma por sí misma, y ningún ordenador, ni inteligencia
artificial, o laboratorio, jamás podrá tomar esa mano. Se trata de un atentado
contra la vida, se trata, ni más ni menos, que de destruir la vida. Si queremos
que nuestras plantas sigan siendo naturaleza, para ellas y para nosotros, tal cual son, según la fuerza propia de la vida y nuestra natural y consciente intervención, la conservación de semillas no
modificadas genéticamente de forma artificial y su cultivo natural que respeta profundamente el medio desde todos los lados, se hace primordial e
importantísimo.
Debo repetir, como tantas veces ya hemos visto en nuestros
ámbitos, que una planta naturalmente conformada, o como resultado de un cultivo
natural y su consecuente domesticación natural, es muchísimo más resistente a cualquier
enfermedad devenida, no hay plaga que pueda suceder, salvo la natural, que conlleve
algún desastre general irreparable. No ocurre esto, sin embargo, con plantaciones
artificiales, ante las plagas naturales devenidas, que pueden llegar a
destruirlas todas. Esto quiere decir que lo naturalmente creado, que todo lo que nos rodea con su propia idiosincrasia, solo
puede suponer un peligro para situaciones artificiales extremas, peligro en
tanto que falto de vida natural, lo cual produce las paradoja de doble destrucción.
Y ahora, después de todas estas argumentaciones probadas en
experiencia, siendo ello de la más pura ciencia, consideremos la modificación
genética generalizada de humanos, indirecta, a través de la artificialización extrema
del medio, con agentes artificiales creados que conviven con todos los seres
vivos, o a través de la introducción directa, también generalizada, de genética
artificial. Esta pescadilla que se muerde la cola, donde se provoca una
artificialización de los seres vivos a tal nivel que no los hace naturalmente
inmunes, sino artificialmente inmunes, y con ello, absolutamente dependientes,
es perfectamente comparable con lo que sucede con las plantas. Mantengamos
atención a un solo detalle, que no se nos escape, el aislamiento de plantas, para
mantener la homogeneización genética, es la base de toda domesticación, si una
planta con modificación leve genética, aún siendo artificial, toma contacto con un medio natural, su
genética cambiaría inmediatamente en positivo a la Naturaleza y volvería a tener
todo su potencial inmunológico intacto con muy poco esfuerzo, sin embargo, si
la modificación es continua, dependiente y grave, es altamente probable que no podría sobrevivir
en tales condiciones ambientales, por lo que el aislamiento total de medio, sería
la única posible salida, que es lo que está sucediendo actualmente con los
cultivos artificialistas, extensivos e intensivos. Observemos bien esta analogía y no perdamos de vista, en ningún momento, que, aunque con características propias, somos biológicamente iguales que las plantas.
Insistimos en que todo este asunto nos afecta a todos por
igual, y debemos hacer una reflexión muy elevada y fomentar el máximo diálogo
en torno a ello desde todas las ciencias posibles, para tomar consciencia real
de qué clase de ser humano queremos construir. Aún estamos a tiempo de retornar
a la naturaleza y de volver a ser quienes somos en verdad dentro de una
evolución natural, o bien aceptar dejar de serlo para convertirnos en seres
artificiales absolutos, totalmente alejados de la naturaleza original, y con ello,
provocar una clara destrucción futura de nosotros mismos pues somos pura naturaleza
y sin ella no somos nada. La dirección que tomemos depende exclusivamente de
nosotros. Pensemos, sintamos y actuemos con consciencia.
Nota: En la imagen de hoy podemos observar una almáciga con mostaza japonesa. Se puede apreciar agujeritos de animalillos que la han comido. Sería un problema si las mantengo aisladas, sin embargo, no siendo así, ningún problema, pasado unas semanas, cuando las lluvias hagan aparecer las mostazas silvestres y otras, desaparecerán por si solas. Eso es lo que llamamos la fuerza de la inmunidad natural colectiva.