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martes, 18 de enero de 2022
domingo, 2 de enero de 2022
El último gesto
Yo fui artista plástico, ¡Vaya nombrecito tan
descontextualizado para nuestras entendederas de hoy! Hay que comprender que,
en el mundillo del arte, ser plástico es todo un honor, muy egocéntrico, no les
quepa duda, pues evoca el sentimiento de la creación, de un determinado sujeto, elevado a su máximo exponencial. Pero, ¿de qué clase de creación estamos hablando? Lo
diré en pocas palabras, hablamos de toda aquella acción pensada que, sin un
aparente motivo de utilidad, coloca, ajusta, pone y arregla el humano, es
decir, que genera artificios para un supuesto placer vivencial. En definitiva, si
agudizamos con ojo atento y tal y como ya fue dicho en el Tratado de Agricultura
Natural, es aquello que es artificial -de ahí la denominación de plástico- y
se escenifica como ciencia generadora de cosas y fenómenos provenientes de la
razón humana actuando sobre su medio, en el caso que mencionamos, para un uso
de disfrute.
Hay que andar con mucho cuidado con esto porque la estética,
como ciencia filosófica del arte que es, pasó las fronteras del disfrute hace
ya muchos años, y el arte quedó entronado a ser algo más que el puro placer,
pasando a formar parte del lo político, lo social, etc., de hecho, fue así como
consiguió esta filosofía ser una entidad autónoma y configurar aspectos mucho más
prácticos y generales. Y, yendo más lejos, fue así como, a través de diversas
malinterpretaciones, como la estética llegó a ser cómplice, en algunos de sus
aspectos malavenidos, de aquellos pensamientos destructivos de ciertos regímenes
dictatoriales en tiempos de la segunda guerra. La clave peligrosa de todo ello:
la arbitrariedad que toda estética puede
conllevar y que esconde, bajo patrones de racionalidad, una multiplicidad de
intereses personales -subjetivos- que se proclaman, para un supuesto bien común,
como ciencia de conocimiento.
Pues bien, dicho eso, les contaré que, después de pasar por múltiples
salas de exposiciones, ya muy versado en los grandes conocimientos estéticos, escenificando
mis “grandes” -absurdas- creaciones, y esperando, como es propio, en una carrera
sin final, el reconocimiento que se espera de cualquiera que se dedica a ello, el
momento esperado fue llegando poco a poco, y, con ello, el final para mi carrera artística.
Hubo un acontecimiento relevante que me gustaría contar y que pienso que es simbólico para lo que quiero decir hoy. Este acontecimiento fue que, mientras veía con desgracia, como
mis compañeros de fatiga artistas, iban simulando toda clase de artificios
tecnológico-visuales, para llegar al absurdo más estrepitoso, yo decidí, debido a mi inclinación más manual, pues yo era pintor, por encima de todo, y
a mi devoción y prácticas directas con la Naturaleza, matar mi propio arte
creando un único gesto; es decir, intenté que mis obras significasen el gesto
más abreviado y concentrado posible, fácil, para escenificar lo más difícil y
profundo, eso sí, que acabara con una obra tecnológica también. Con esa idea, elaboré lo que fue mi última serie de pinturas que, tras
ser expuesta en varias salas de arte del norte de Europa, regresé de nuevo a
España, con toda la ilusión del mundo, para mostrarla en mi propio país. La
sala fue un museo de Cataluña, que tenía un espacio blanco, lindo y grande, de
unos cien metros cuadrados. Allí colgué
mis diminutas obras de pocos gestos, acompañadas cada una, de una poesía y en
un rincón puse un monitor con un video arte, simbolizando el final y la dura renuncia que nos lleva a la libertad. Bien, la inauguración fue como
siempre, preciosa presentación, organización impecable, gentes entusiastas, periodistas interesados,
cámaras grabando el importante evento, entrevistas y demás protocolos.
Sin embargo, a pesar de aquellas bondades, la sala daba la sensación, con tanto blanco
y paredes vacías, que, en realidad, estaba completamente vacía de arte material. Yo pretendía que los observadores se acercaran mucho a ver ese gesto único y que percibieran
la esencia del detalle matérico lleno de profundo concepto, pero esto lo vieron solo algunas personas. Lo que sucedió
al final, fue lo de siempre, un interés desacerbado por mi persona -personaje- y
muy poco interés real por lo que realmente quería expresar. Lo que en verdad se
me repitió, pero esta vez con mucho dolor, fue un sentimiento de complicidad
por un mundo que no me gustaba y, sobre todo, de profunda soledad y un
desprecio por todo aquello que estaba haciendo.
Tras aquella experiencia, volví a mi campo, colgué los
pinceles y los lienzos y me volqué de lleno a lo que más me gustaba hacer, que
era cultivar las plantas y seguir la vía retirada de la Naturaleza,
prometiéndome a mí mismo, no volver más a un escenario público artificialista, fuese
de la clase que fuese. Así fue como me despedí del mundo artificialista, y así
fue como comencé mi total entrega en la defensa de lo natural a través de la
agricultura Natural y en la defensa de un humano mucho más adaptado a ello.
Lo que vivimos hoy, es la alegoría máxima del artificialismo
más extremo jamás visto, veo con tristeza un escenario artificioso creado por
unos pocos -muy pocos- “artistas tecnólogos” que intentan diseñar un mundo de
tecnologías terribles que nos separan brutalmente, a fuerza de palos, de lo que
realmente somos, pura Naturaleza. Ante el mundo que estamos viviendo, las buenas
gentes, que son la gran mayoría, se preguntan y contestan: pero, ¿qué salida
hay?, “ellos” son los expertos, no habrá más remedio que hacerles caso para
salir de esta situación tan penosa que nos amenaza.
A todos los que se hacen esta pregunta, desde mi más humilde
opinión y con postura ideológica en la Agricultura Natural de Vida Natural
Consciente, decirles que, además de que deberían preguntarse dónde está la amenaza en
realidad, decirles también que una vez resuelta esa pregunta, de muy sencilla
respuesta, si es sincera, no solo hay una salida muy clara, sino que existen múltiples salidas,
como múltiples sujetos que somos, que no significan, en absoluto, la salida
artificialista de una tecnología altamente peligrosa, que pone en jaque lo que
somos verdaderamente y que pone en peligro real nuestra salud física y mental.
No existen salidas ante el artificialismo, usando un lenguaje artificialista, las salidas posibles ante esta barbarie que estamos viviendo, requiere un lenguaje mucho más sencillo, que posee un solo gesto sencillo, ese que te llama a la renuncia a lo que es artificial en extremo, dañino como todo extremo. Este gesto se llama LIBERTAD, con letras mayúsculas, se llama defensa de nuestros derechos plenos y de la legalidad constitucional y otras legalidades ganadas por la experiencia de muchos miles de años, que no debemos permitir que sean violados bajo ningún concepto y que están por encima de toda "pseudolegalidad", que es intencionalidad subjetiva u objetiva “cientifista” experimental, que son lo mismo, estética pura del mundo de las ideas, vamos. Y mucho menos, bajo la fuerza y la presión, con el emblema “el bien común”, pues ninguna ideología que sea buena para todos, usa ese emblema para forzar y quitar primeramente derechos a todos, con la premisa de sólo ganar la libertad bajo sus determinados preceptos, que, además de ser muy sufrientes para todos -lo que no genera bien alguno-, son altamente discutibles con bases muy potentes de conocimiento, tanto científico, como filosófico, como ético. De hecho, de esto precisamente habla el último artículo -creo recordar que es el último-, de la Declaración Universal de derechos humanos, donde se salvaguarda esta posibilidad.
Se llama, en definitiva, rechazo
contundente al artificio que destruye la Naturaleza con toda su bondad. Y este rechazo, significa una renuncia importante, pues nos requiere confiar en la Naturaleza y replantearnos lo que somos ahora y quienes somos en realidad. Hace falta para ello, colgar los pinceles artificialistas, pegar un
auténtico y valiente salto y CONFIAR EN LA NATURALEZA Y NUESTRA LEGALIDAD GANADA, que somos nosotros mismos
en manifestación de voluntad natural, pues Ella es la única que tiene las
respuestas, siendo nosotros sus traductores. Eso es ya otro lenguaje, ahí comienza un mundo renovado que lleva implícito los valores éticos merecidos, con un nuevo conocimiento amplio, que es comprensivo, tolerante y dialogante. Por el amor
de la Naturaleza, seamos todos bienvenidos a ese mundo renovado más natural y más
consciente.
lunes, 27 de diciembre de 2021
El alma en su jardín
Para los antiguos egipcios, de hace más de 3.500 años, en el
más allá, el jardín del difunto permanece con él. Así reza en las paredes de
las tumbas:
“Entrar y salir de mi tumba, refrescarme a su sombra, beber
el agua de mi estanque cada día, que sean firmes todos mis miembros, que el
agua del Nilo me dé el alimento de mis ofrendas, verduras, según las
estaciones, que me pasee por los vergeles de mi estanque cada día
indefinidamente, que se pose mi alma sobre el follaje de los árboles que he
plantado, que me refresque bajo mis árboles, que coma el pan que dan”
Que nos sirva de inspiración, a los agricultores naturales
de hoy, estas bellas palabras, sabiendo que nuestro hacer en la Naturaleza, es
un acto de amor hacia ella y hacia nosotros mismos. Por ley inmutable de causa
y resultado, lo que damos en esta tierra, para ella misma y todos los seres
vivos que hay en ella, nuestros esfuerzos por embellecerla y llenarla de vida,
es lo que ella tendrá y lo que tendremos nosotros.
Lo que importa no es el esfuerzo que hacemos en la
Naturaleza, o las dificultades con las que nos encontramos, pues es un trabajo
que nos colma de alegría y virtud, sino lo que dejamos como legado, presente y
futuro. Cada vez que un agricultor natural posa sus manos y todo su espíritu en
la tierra, el universo se satisface infinitamente y nos lo hace llegar, multiplicado
por millones de veces, a través del gran tesoro de su alimento espiritual y
material. Es a este acontecimiento al que debemos acogernos, sintiendo el mayor
regocijo que existe en este mundo; de esta manera, compensamos las fuerzas externas
que destruyen la vida, que trabajan, con ignorancia supina, para la no vida.
La “gran madre”, así llamé a este ejemplar de roble andaluz
-Quercus canariensis-, que planté hace como unos dieciocho años. Entonces,
no superaba un dedo de grosor y apenas una palma de mi mano. Hoy, abrazo ampliamente
su tronco con mis dos brazos que pronto no podré alcanzar su circunferencia y
su tamaño de ancho y alto supera los ocho metros. Este lugar se ha convertido
para mi y los que viven conmigo, en un lugar sagrado. Su energía es muy
poderosa para todo el que se acerca a ella, tal como son sus raíces en la
tierra que tocan y sus hojas en los aires que alcanza.
A la sombra y luz de la “gran madre”, conviven diversas
especies de plantas, algunas introducidas y otras venidas por la magia naturaleza.
Por mencionar algunas de las plantas de coberturas, encontramos la enredadera vinca
pervinca, berzas, dientes de león, lavandas y romeros, aloes, etc. Y en las
arboledas que este roble madre toca directamente en los aires, contemplamos un
níspero, varios almendros, un olmo de Siberia, un arce pseudoplátano, un cornejo,
un durillo, varios pitosporum, dos alcornoques, un arce negundo, varios
madroños, dos perales, …; ¡Oh!, que apenas nos alejamos de su centro,
internándonos en el resto del bosque, y casi olvidamos que es su centro de vida,
la causa origen expansiva de todo aquello que este árbol parece no tocar… Todo
está tan conectado en este bosque Natural de alimentos, mismo jardín del Edén, que incluso,
en sus rincones más alejados, la “gran madre” convive, ama y protege.
Que no se nos olvide nunca, nuestro paso por esta vida solo
tiene un sentido: obrar en virtud de vida para la Naturaleza y para todos los seres que contiene. Nuestras acciones en Ella, son la misma realidad que dejamos
aquí y que encontraremos allí, tanto para los demás como para nosotros mismos.
¡Felices años y mundos nuevos!
jueves, 23 de diciembre de 2021
Alimentemos la vida y la salud
Cuando plantamos una semilla en la tierra y le damos sus
condiciones necesarias de agua, de calor, de aire y de nuestra energía propia, el
universo entero conspira para que la fuerza de la vida se manifieste por sí
misma. Nosotros, como vida que somos, tenemos la voluntad para generar tales
condiciones, pero, en realidad, únicamente somos un elemento más.
La Tabla Natural Consciente de la Tierra Filosofal,
nos dice que la auténtica quinta esencia se encuentra en alimentar la vida; y, alimentarla para que esta se manifieste impecable, con todo su impulso, requiere de
un sencillo acto de agradecimiento y confianza. Sin agradecimiento, no podemos entregar
nuestra fuerza amorosa que cuida el acto de sembrar vida, y eso, nos dota de
una confianza plena en la vida.
Todos los seres vivos tenemos una responsabilidad con
nuestro vivir y con el vivir de todo lo que nos rodea. Como promotores de vida
que somos, debemos, si queremos seguir alimentándola, que actuar en
consecuencia con ella. Veámoslo con un ejemplo: Si yo padre miedoso de la
enfermedad y la muerte, tengo hijos sanos sin miedo que rebrotan vida, y sin sentir agradecimiento por lo que ya tienen y expresan, los persigo continuamente para comprobar su temperatura, les
pongo máscaras que le impiden respirar, para que no se contagien de los
gérmenes naturales, les inoculo diversos medicamentos tóxicos innecesarios,
cambiándoles, incluso, hasta su estructura genética imaginando una gran
variedad de malas suertes, etc., y no les permito, en definitiva, vivir en paz
y libertad, ¿qué estoy provocando en ellos? Pues estoy provocando que esos maravillosos seres, padezcan
diferentes tipos de enfermedad, tanto mentales como físicas; enfermedades, que,
por su propia naturaleza y circunstancia, no tienen; con lo que les estoy
acercando a la muerte y no a la vida, en un acto total de absoluta
irresponsabilidad. Alimentar la vida es
cuidar, es agradecer en un sentimiento de compensación, se trata del más puro acto de
amor. Y eso implica que el que recibe tales bondades, siente lo mismo y es por eso que se
genera en vida, para más vida compartida. La vida es felicidad, es libertad, es
alegría, …, conjunta todas las virtudes posibles, y jamás podrá venir de la
mano de la amenaza, del miedo, de la presión, de…, pues estas son las fuentes
de la enfermedad y la muerte.
Con las plantas sucede lo mismo, si yo actúo obsesivamente
con mis recién nacidas plantitas protegiéndolas en exceso del viento y el frío,
dejándoles sin apenas aire, inoculándole toda suerte de químicos fertilizantes
y antiplagas, etc., no permitiéndolas que se desarrollen en su natural circunstancia,
lo que estoy haciendo es acercándolas a la muerte, estoy impidiendo que vivan
sanamente; con lo que, finalmente, me encontraré con plantas enfermas, dependientes
de mi control absoluto.
Lo que es natural, en su más
amplio espectro de multitud de posibilidades positivas y evolutivas, alimenta
la vida, pues respeta y cuida lo que es dado por su propia naturaleza. Si observamos
el término artificial, vemos que, en sus primeras instancias, no tiene porqué
oponerse a natural, en tanto que artificio es aquello creado por el humano y
este podría ser adecuado para la Naturaleza, es por eso que, dentro de la A.N.
de Vida Natural Consciente, hablamos de la posibilidad de natural
artificialidad. La cuestión relevante radica en saber que lo artificial en
grado preponderante -como podría pasar como cualquier otro elemento, exceso de
agua, por ejemplo, o de fuego, o de aire-, crea enfermedad de naturaleza, pues
la enfermedad, que es la no salud, se genera precisamente por eso. Esta
enfermedad de la que hablamos ahora, se llama artificialismo, por exceso de
preponderancia artificial. Si deseamos curarnos de tal enfermedad, para no
llegar a separarnos de la Naturaleza a tal nivel que dejemos de ser Naturaleza,
y, con ello, dejemos de ser, sencillamente, debemos disminuir la fuerza de tal
preponderancia. Recordemos que es conocimiento ancestral y esencial de ciencia
médica y universal, que toda enfermedad, siendo tendencia a la muerte, para
evitarla, o al menos no fomentarla, es necesario templar la fuerza de su preponderancia,
tal como ya se explica profusamente en la Tabla Natural Consciente.
Estimados lectores, pongamos fuerza a un mundo más natural y consciente. Un presente y futuro cercano evolutivo, está en nuestras manos con una
simple decisión ¡Alimentemos
la vida y la salud!
Felices fiestas.
miércoles, 22 de diciembre de 2021
Ser o no ser Naturaleza está en nuestras manos
Dicho esto, y considerando que nuestras acciones son causa directa
de cambios en nuestra información genética y en nuestras condiciones presentes
y futuras, la pregunta que nos vamos a hacer hoy es: ¿qué clase de evolución
queremos para la humanidad y cómo nos afecta, o podría afectar, tal o cual clase
de evolución?
Antes de comenzar esta reflexión, debemos expresar con mucha
claridad, que todo cambio esencial que la humanidad haga sobre sí misma, debería
estar previamente dialogada y consensuada desde todos y cada uno de los ámbitos
del conocimiento, y no solo impuesta, tal como estamos viviendo y sean las
causas que sean, desde la ciencia tecnológica artificialista, que está mostrando
ser pseudociencia con tal comportamiento. Cambios esenciales, sobre todo si hablamos del
ámbito genético, así como el social, el de naturaleza, etc., tocan los pilares
de la ética humana, por ello, todas las ciencias -filosofía, medicinas
naturales, biologías y otras ciencias de la naturaleza, antropología, sociología,
espiritualidad, entre otras muchas-, deben alzar su voz con fuerza y provocar un
diálogo importante antes de que sea demasiado tarde. Desde mi humilde posición,
que el presente artículo, sirva de llamamiento para alcen voz, todas aquellas
personas responsables y capaces de todas las ciencias existentes.
Una planta es un ser vivo biológicamente igual que nosotros,
como cualquier otro ser vivo. Llevo investigando muchos años, en teoría y en práctica,
el comportamiento de las plantas en el medio y he concluido resultados muy
trascendentes para el tema que estamos tocando. Una de mis investigaciones, ha
sido intentar adaptar plantas hortícolas, con modificaciones genéticas
artificiales, a condiciones naturales, para ver si son o no reversibles. Es
decir, lo que he intentado es cultivar plantas que fueron creadas artificialmente,
en condiciones de medio natural y dotadas de ayuda con el acompañamiento e hibridación
natural de otras no modificadas, para ver si las primeras podían revertir sus
condiciones artificiales y podrían adaptarse a un medio natural. Debemos advertir
que la mayor parte del alimento vegetal que comemos hoy día, viene de esas plantas
modificadas artificialmente, con lo que, ya sólo con eso, indirectamente, ya estamos
produciendo un cambio genético en los cuerpos humanos.
Después de años en tal investigación, he tomado la
conclusión final de que para los casos de domesticación artificialista extrema,
necesitaríamos quizás, de ser posible y con mucho empeño, cientos de años para que
una planta de esas características, pudiese revertir sus condiciones artificiales.
Esto quiere decir que las modificaciones artificiales genéticas en las plantas,
y aun peor, la transgenia, las hace tan débiles ante las condiciones naturales,
que enferman gravemente y no sobreviven, salvo que les administremos permanentemente
modificaciones y productos sintéticos; y lo más preocupante, dichas plantas, a
corto y medio plazo, están completamente incapacitadas para volver a ser lo que
eran de forma natural. En definitiva,
las plantas con modificación genética artificial, son absolutamente
dependientes de los antiplagas y de los abonos químicos, así como de
modificaciones posteriores permanentes y no son capaces de vivir, por sí mismas,
en un medio natural.
Mi experiencia es la Agricultura Natural, y puedo afirmar, con bastante certeza y muchos compañeros podrían hacer lo mismo, que tales
modificaciones en las plantas, provocan ya un cambio indirecto suficientemente sustancial
en los seres humanos y en el medio que le rodea -alimento, aire, aguas, etc,..-, que se hace cada día realmente
más difícil el retorno al medio natural. El problema es que sin naturaleza nada
somos, pues la vida se conforma por sí misma, y ningún ordenador, ni inteligencia
artificial, o laboratorio, jamás podrá tomar esa mano. Se trata de un atentado
contra la vida, se trata, ni más ni menos, que de destruir la vida. Si queremos
que nuestras plantas sigan siendo naturaleza, para ellas y para nosotros, tal cual son, según la fuerza propia de la vida y nuestra natural y consciente intervención, la conservación de semillas no
modificadas genéticamente de forma artificial y su cultivo natural que respeta profundamente el medio desde todos los lados, se hace primordial e
importantísimo.
Debo repetir, como tantas veces ya hemos visto en nuestros
ámbitos, que una planta naturalmente conformada, o como resultado de un cultivo
natural y su consecuente domesticación natural, es muchísimo más resistente a cualquier
enfermedad devenida, no hay plaga que pueda suceder, salvo la natural, que conlleve
algún desastre general irreparable. No ocurre esto, sin embargo, con plantaciones
artificiales, ante las plagas naturales devenidas, que pueden llegar a
destruirlas todas. Esto quiere decir que lo naturalmente creado, que todo lo que nos rodea con su propia idiosincrasia, solo
puede suponer un peligro para situaciones artificiales extremas, peligro en
tanto que falto de vida natural, lo cual produce las paradoja de doble destrucción.
Y ahora, después de todas estas argumentaciones probadas en
experiencia, siendo ello de la más pura ciencia, consideremos la modificación
genética generalizada de humanos, indirecta, a través de la artificialización extrema
del medio, con agentes artificiales creados que conviven con todos los seres
vivos, o a través de la introducción directa, también generalizada, de genética
artificial. Esta pescadilla que se muerde la cola, donde se provoca una
artificialización de los seres vivos a tal nivel que no los hace naturalmente
inmunes, sino artificialmente inmunes, y con ello, absolutamente dependientes,
es perfectamente comparable con lo que sucede con las plantas. Mantengamos
atención a un solo detalle, que no se nos escape, el aislamiento de plantas, para
mantener la homogeneización genética, es la base de toda domesticación, si una
planta con modificación leve genética, aún siendo artificial, toma contacto con un medio natural, su
genética cambiaría inmediatamente en positivo a la Naturaleza y volvería a tener
todo su potencial inmunológico intacto con muy poco esfuerzo, sin embargo, si
la modificación es continua, dependiente y grave, es altamente probable que no podría sobrevivir
en tales condiciones ambientales, por lo que el aislamiento total de medio, sería
la única posible salida, que es lo que está sucediendo actualmente con los
cultivos artificialistas, extensivos e intensivos. Observemos bien esta analogía y no perdamos de vista, en ningún momento, que, aunque con características propias, somos biológicamente iguales que las plantas.
Insistimos en que todo este asunto nos afecta a todos por
igual, y debemos hacer una reflexión muy elevada y fomentar el máximo diálogo
en torno a ello desde todas las ciencias posibles, para tomar consciencia real
de qué clase de ser humano queremos construir. Aún estamos a tiempo de retornar
a la naturaleza y de volver a ser quienes somos en verdad dentro de una
evolución natural, o bien aceptar dejar de serlo para convertirnos en seres
artificiales absolutos, totalmente alejados de la naturaleza original, y con ello,
provocar una clara destrucción futura de nosotros mismos pues somos pura naturaleza
y sin ella no somos nada. La dirección que tomemos depende exclusivamente de
nosotros. Pensemos, sintamos y actuemos con consciencia.
Nota: En la imagen de hoy podemos observar una almáciga con mostaza japonesa. Se puede apreciar agujeritos de animalillos que la han comido. Sería un problema si las mantengo aisladas, sin embargo, no siendo así, ningún problema, pasado unas semanas, cuando las lluvias hagan aparecer las mostazas silvestres y otras, desaparecerán por si solas. Eso es lo que llamamos la fuerza de la inmunidad natural colectiva.
jueves, 16 de diciembre de 2021
Permitid que nos contagiemos de salud
El sistema político y todos los medios de comunicación oficiales,
amparados en las sentencias y previsiones de las autoridades sanitarias, nos
dicen que las poblaciones de personas -que no necesitan tratamiento alguno por
el Covid-19 debido que poseen una buena capacidad natural inmunológica y,
por ellos mismos, no corren apenas riesgo alguno con dicha enfermedad-, estas
son: niños, adolescentes, la gran parte de los jóvenes y muchos mayores, sanos
todos ellos, son un problema a solventar, según palabras del ECDC.
Con estos precedentes, argumentan -a un nivel sin
precedentes de persecución, denigración y discriminación-, que tales
personas sanas deben medicarse, es decir, que, aun contando con una salud
impecable y sin peligro natural alguno para ellos, se les considera una amenaza
para los que están más débiles, porque, tal como ellos esgrimen: son un “reservorio
de virus” peligrosos para las poblaciones débiles.
Agudicemos el sentido común más elemental, ¿es esto cierto
de que las “autoridades” sanitarias, nos fuerzan a poner en riesgo peligroso
y evidente a esas poblaciones sanas -se conocen sobradamente los potenciales efectos secundarios
peligrosos de esta llamada medicina, génica y química, del mismo modo, se conoce que las personas sanas no contagian nada salvo salud-, para, supuestamente,
salvar a los más débiles? ¿de verdad que es esto cierto, o es un espantoso
sueño?
No sé, pero a mi me parece que esto viola la ética más básica.
Yo, hombre “débil” ya mayor, jamás pondré voluntariamente en peligro a un hijo mío
para, quizás –, salvar mi propia vida.
Con todo ello, de la parte que me corresponde como ser humano,
desde la Agricultura Natural de Vida Natural Consciente, sólo puedo expresar mi
negativa y rechazo a supuesta “medicina” química transgénica, aplicada a toda
Naturaleza viva sana expresada: aguas, tierras, fuegos y aires, plantas,
animales y humanos fuertes. Creo y confío en la vida, creo y confío en la
Naturaleza, nadie jamás podrá destruirla mientras haya un solo ser vivo en este
mundo que crea y confíe en ella. Los seres de la Naturaleza no somos
ordenadores que fallan, no necesitamos crear ningún antivirus químico-génico
para que nuestra vida sea saludable.
Permitidme que me contagie de salud, que abrace a mis hijos y mis seres queridos, permitidme sentir el contagio libre del aire sano y de cada uno de los demás elementos -del sol y las aguas puras-, permitidnos que nos contagiemos de la salud de los seres de esta tierra, permitid que nos contagiemos de esa paz implícita de la salud natural, que nos contagiemos de naturaleza viva, que nos contagiemos de fortaleza para nuestros cuerpos, en el trabajo de las tierras, al contacto pleno de nuestros seres queridos. Permitidnos que nuestras sonrisas y felicidades corran por cada poro de nuestro cuerpo y nos contagiemos todos de ello, sin amenazas ni miedos, permitidnos, a mí a mis hijos y a todos los padres e hijos, ser contagiados de libertad, expresarnos tal como queremos vivir, que nadie, con una ética natural consciente, puede hacer un daño esencial a nadie, sino el más profundo bien. Permitidnos a los más débiles, aun con el sufrimiento y la dureza que eso conlleva, que aceptemos la enfermedad y la muerte naturales, como un proceso insoslayable natural de la vida. Salud para todos y todo, es ese nuestro único deseo y motivación.
lunes, 6 de diciembre de 2021
La inalienable fuerza Natural de la vida
Tal como ya fue mostrado en el Tratado de Agricultura
Natural, la Agricultura Natural (A.N.) tuvo origen en los mismos inicios de
la humanidad; y distinguimos tres clases a lo largo de toda nuestra historia: la
A.N. de cultivo, A.N. de precultivo y la A.N. de sola recolección. Aunque nunca
estuvieron separadas del todo, con la aparición de la agricultura artificial,
las de precultivo y sóla recolección quedaron casi en el olvido. Hoy, la A.N.
moderna integra a las tres, intentando rescatar los grandes conocimientos
olvidados y adaptándolos a las condiciones actuales.
Allá por el neolítico incipiente, y con los cambios climáticos
más favorables, se comenzaron las primeras incursiones de la Agricultura Natural
de precultivo. La Naturaleza, con su misteriosa fuerza de vida, empezó a
mostrar plantas que daban alimento rico y fácil, como el trigo, la cebada, el
garbanzo, entre otras muchas; y aquel acontecimiento fue aprovechado por los
humanos, para irlos precultivando con la intención de facilitar su recolección y
ganar alimento con la conservación.
De entre aquellos alimentos-frutos, procedentes de árboles, más antiguos consumidos en Oriente medio, fueron las bellotas dulces de los
Quercus, así como también lo fueron los pistachos y los almendros. Para nuestra
mente de hoy, pensar en precultivos tan arcaicos de estos últimos frutales, nos
resulta un poco asombroso, a sabiendas de la dificultad que contienen los
necesarios injertos para obtener frutos dulces.
Lo cierto es que, en unos principios, aquellos primeros árboles
de frutos dulces, vinieron desde la más absoluta voluntad natural. Gracias a esa
fuerza misteriosa devenida, que el humano jamás podrá dominar con sus medios
artificiales -por mucho que se empeñe-, la almendra amarga, por ejemplo, se
transformó en frutos dulces en algunos pocos ejemplares silvestres. Sin
embargo, a pesar de tal bondad, aquellas semillas dulces, al ser plantadas
volvían a su amargor original generalizado, con lo que el humano, dado el
tesoro que contenían los dulces, decidió poner toda su mente para poder
conservarlos sin tener que esforzarse en ir probando los amargos. Y así, con
todo el mimo y el conocimiento intuitivo original, fue como nació la
domesticación primera y, con ello, el injerto.
En la imagen que os muestro en esta publicación, podemos apreciar
un almendro silvestre dulce nacido de la maravillosa y poderosa genética
inalienable de la Naturaleza. La gran causalidad, hizo que una almendra cayera
al suelo y, por sí mismo, naciera un arbolito en el borde de un bosquete de
cedro y cipreses, entre otros, que sí fue plantado con mis manos.
No dejamos de recordarnos que, aunque no podamos
abandonarnos de forma absoluta a la fuerza misteriosa, porque de esta manera,
no podríamos sobrevivir como humanos, sí que podemos integrarnos profundamente
con ella y comprender el gran misterio que contiene de manera desarrollada,
incluyendo nuestros aspectos más propios. Es este el designio de la A.N., pero
hemos también de saber que, para que eso ocurra, debemos respetar adecuada y
naturalmente, con consciencia sensible-analítica, la voluntad de la fuerza misteriosa
sin nuestra impecinada intervención que aspira inútilmente a controlarlo todo.
La fuerza natural de la vida, con todas sus incidencias en este mundo, jamás
podrá ser controlada, y toda intención osada de querer controlarla con
artificialismos devenidos, incluso a la fuerza, en base a un engañoso "beneficio
común" de la humanidad, solo traerá destrucción e impulso contrario a la propia
vida. Ella es inalienable e incontrolable,
es absolutamente misteriosa y sólo puede ser realizada, aceptando su voluntad, confiando
en ella y fomentándola bajo el respeto más profundo de su propio ser.
martes, 7 de septiembre de 2021
De lo inmutable en la Agricultura Natural -la trascendencia de la patata-
Hay muchas personas
que piensan que la Naturaleza es todo aquello que es salvaje, o silvestre, sin
el humano incluido y cuando piensan en agricultura, están imaginando a un
humano destrozando – o laboreando a su antojo- esa naturaleza silvestre o
salvaje. Con esa bipartición, nos encontramos dos partes bien definidas: lo
humano, por un lado -artificial-, y lo natural por otro.
Esta forma de
pensar, es lo que nos ha partido en dos y lo que nos está dando numerosos
quebraderos de cabeza, puesto que somos tan naturales como cualquier otro ser
vivo de la Naturaleza. Como al humano le cuesta concebirse así, debido
al libre albedrío que tiene, que le da la capacidad para modificar sustancial y
cualitativamente su entorno, y junto a razones históricas ya argüidas, sobre la
rivalidad de las personas con su entorno, sigue manteniendo su
bipartición a toda costa, dirigiéndose a mantenerse no natural, pro-artificial-, con el consecuente artificialismo.
Con la nueva
concepción de Naturaleza, sobrevenida de la misma Agricultura Natural, que
contiene humano y contiene naturaleza, dejamos muy claro que no existe tal
bipartición de manera esencial, pero sí existe, sin embargo, la posibilidad de
que los humanos dejen de ser naturaleza debido al mal uso de su libre albedrío,
dando lugar a que el artificialismo se enfrente a su propia cualidad innata de naturaleza
y, con ello, se condene a su propia destrucción.
Por todo ello, una vez posicionados en lo natural, que incluye todo lo que está por la naturaleza con humano, la AN, que aspira a tal integración, no
puede ser considerada como una simple técnica, así como tampoco puede ser una,
ni única, ni abarcar lo absoluto al antojo personal, pues contiene infinitas formas, en función de cada naturaleza, con lo
que depende mucho de cada persona y sus experiencias personales.
Si agudizamos más, y afianzados en lo pro-natural, podemos darnos cuenta de que lo que
llama a muchos en tanto que trascendencia de la AN, como posible reveladora técnica del vacío o de otras aspiraciones espirituales, no
es más que una cualidad más, sin ser esta únicamente así. Para empezar, el vacío no es la
"nada", pues ésta no existe en el ámbito de la vida; por ello, el vacío, en tanto que existente, también lo
contiene todo, y esto le da una cualidad que va más allá de la apariencia
relativa y, a su vez, está dentro de esa apariencia relativa. Por otro lado, toda particular aspiración espiritual no es el "todo", porque éste no puede estar contenido en una tendencia, y, mucho menos en una verdad.
En el ámbito puramente mental, el conocimiento es lo que es, y
del mismo modo que existe el conocimiento del vacío, también existe el
conocimiento del mundo relativo, y ambos son sublimes, si están conectados el
uno con el otro. Es, por esta otra sencilla razón, de que la AN, que es mental -inmaterial- y es material, jamás puede
llegar a ser únicamente técnica, pues, siendo así, solo sería partícipe del
mundo relativo de la más pura materia. La naturaleza se mueve entre esos dos mundos, y nosotros, siendo
partícipes directos de lo material y lo inmaterial conjuntamente, no podemos
decir que la AN es solo material, ni siquiera un medio material de
trascendencia, pues la misma trascendencia, que viene a través de la mente, está contenida en lo material y lo
inmaterial. Por estas razones, vistas muy someramente, podemos afirmar que la
AN es natural y es consciente, es decir, es trascendente también. Y esto, ni
más ni menos, contiene lo espiritual. Decimos que lo espiritual es lo
inmaterial, y esto puede estar dirigido al conocimiento y la experiencia del
vacío, o puede contener otras formas de trascendencia.
Desde aquí, cada cual elije lo que desea caminar, pero la AN, aunque diversa, es inmutable en sus sentidos profundos, no puede, por condiciones particulares, dejar de contener las dos partes de su condición, esto es: natural y consciente, porque entonces, dejaría de ser natural inmediatamente y sería, sencillamente, agricultura dentro de la bipartición. ¿podemos decir entonces que cultivar de forma natural patatas tiene alguna trascendencia?
domingo, 15 de agosto de 2021
El jardín del Edén
Andemos un paso adelante y démonos cuenta de que la
Agricultura Natural de domesticación, que dio lugar a la civilización humana,
en su sentido positivo nació gracias a la cercanía con los grandes ríos. En la
cultura de Occidente, el Tigris, el Éufrates y el Nilo, fueron los grandes
motores de la abundancia y la pasión por la creación de los jardines
ornamentales y alimentarios, que fueron base de la recreación del Edén, del paraíso
que nos fue robado.
Desde Mesopotamia y Egipto hasta nuestros días, el ser
humano ha aspirado siempre a su propio origen, el bosque donde todo está dado,
intentando alcanzar, con sus esfuerzos y a través de su ensoñación, la ilusión
de vivir en el paraíso perdido.
La arquitectura y los jardines fueron las articulaciones
reales de tales aspiraciones durante milenios, pero hubo un punto de inflexión
en el camino que dio lugar a otras aspiraciones inversas. Esto es: la ilusión y
el deseo de ser Dios, de creerse “todo poderoso” por encima de su propia
Naturaleza misteriosa y otras naturalezas misteriosas, que ya son dadas. Apenas unos pocos siglos nos separan, dejando
de lado todo el recorrido ganado hacia el Edén.
Así decía el escriba Enii, sobre el 1.580 a.C.:
“haz a tu gusto un jardín, rodeado de parterres; además de
la tierra de labor, planta en él árboles, que será un abrigo para los
alrededores de tu casa; llena tu mirada con todas las flores que tu ojo pueda
contemplar, porque no hay que privarse e ninguna de ellas, es motivo de felicidad
no dejarlas de lado”.
Los mesopotámicos y los egipcios dejaron ver hermosos
jardines para el placer, el rito y la alimentación, y usaron los recursos de su
mente, es decir, la técnica -tecnología-, para llevarlo a cabo. Pozos,
estanques, canales de distribución del agua, traslado del limo, etc., fueron
estimables creaciones de la mente humana para la realización mundana el paraíso
en esta tierra. En unos principios, pocas veces se alejaron de los ríos y se adentraron
en el desierto con esa pretensión. Y las veces que lo hicieron, el desastre terminó
por acabar toda civilización y toda Naturaleza fue destruida; Petra es un
ejemplo de ello. Al final, la excesiva explotación sin tener en cuenta a la
Naturaleza, dio lugar a la misma suerte, con lo que el artificialismo cobra siempre
su moneda de cambio: la autodestrucción.
Toda tecnología, por muy avanzada que esta sea, jamás podrá
dominar la misteriosa fuerza de la creación natural. Toda vez que el humano
pretenda controlar lo incontrolable con sus artificialismos varios, la
Naturaleza irrumpirá sin contemplaciones y destruirá tal intención, incluido todo el tesoro
que nos fue dado inicialmente.
Los ríos y bosques que nos han sido dados por su propia
naturaleza, aún con el prudente provecho humano, han de ser conservados con
toda su pureza, tal cual han sido revelados, y todas las tierras, aires, aguas
y bosques modificados y destruidos, han de ser recuperados, para que la
Naturaleza pueda, de nuevo, mostrarnos el camino al Edén; de no ser así, Ella
nos mostrará el infierno. Es ese el designio de los humanos, por ello, la conservación, la recuperación y la recreación, es el camino
de todo ser Natural y Consciente, y la Agricultura Natural pone objetivo
primordial en ello, en desarrollo material y espiritual.
En el Tratado de Agricultura Natural quedó revelada
la Tierra Filosofal. Aquello que no fue visto aún en los albores de la
civilización, por el maestro de maestros, Hermes Trismegisto, con su Tabla
Esmeralda, donde reinaba el oro, hoy cobra otra claridad para el devenir humano.
Con la Tabla Natural Consciente, lo que reina ahora es el alimento de
vida, que es el oro “simbólico” sutil y evolucionado; en contraposición de la
transmutación de la piedra en oro -piedra filosofal-, lo que debe ser
transmutado es la tierra -que es la piedra más sutil-, en alimento de vida -Tierra
Filosofal-.
Averiguad qué significa alimento de vida y habréis
encontrado el camino auténtico a la Tierra Filosofal. La sabiduría
eclosionará en vuestras mentes, y siendo realizable, material y
espiritualmente, por muchos, un nuevo paradigma humano, sin duda alguna, vendrá
y nos mostrará el más hermoso de los paraísos en esta misma tierra, tal como fue
designado por la providencia.
Que así sea entonces.
viernes, 4 de junio de 2021
Desde adentro hacia afuera
Hasta el día de ayer, Jardín Natural Jamchen, que
hace unos veinte años era un desierto con algunos almendros, logró abarcar unos
7.000 metros cuadrados de bosque Natural de alimentos (bNa) en estado de climax.
Un espacio de naturaleza donde se practica Agricultura natural que, salvo algunas
pequeñas zonas aún no acabadas, ofrece una amplia diversidad en todos los
estratos posibles, desde el suelo hasta los aires, con más de ciento veinticinco
diferentes especies de árboles, silvestres y frutales, y muchísimos más de
arbustos pequeños, hortalizas, aromáticas y una vasta gama de leguminosas y
otras silvestres de cobertura.
Hasta el día de ayer, Jardín Natural Jamchen, como bNa
casi completado, denso y verde que es, daba sobradamente alimento de hortalizas
y frutas a una familia, y podía mantener, además, un pequeño suministro a algunos
vecinos que podían comprar en un grupo de consumo natural que fue creado desde
aquí.
Pues bien, en el día de hoy, comienza un nuevo reto para
este jardín, ya que hemos adquirido una nueva parcela colindante en estado
total de abandono. JNJ contendrá ahora una hectárea de terreno, con lo
que el nuevo 30 % se integrará al total de nuestra responsabilidad, según lo
establecido en el principio de bosque natural de alimentos y los esfuerzos que
quedan para lograr de nuevo la completud que perdemos con esta integración, no son pocos.
Con este proyecto, este espacio intentará demostrar que el
concepto de bosque Natural de alimentos, según la Agricultura Natural de Vida
Natural Consciente, se puede amplificar más allá de nuestras propias fronteras.
Esta es la forma que la AN actúa, no crea espacios acotados, aislados y
estrechos, de élites o de aparentes desistematizados, sino espacios y lugares de
Naturaleza y de práctica de vida rural auténtica, totalmente amplificables y abiertas al mundo. Los
bNa, con su fuerza propia, son como centros de vida verde que generan más vida
hacia afuera, como corazones que pulsan la sangre, con toda su fuerza de existencia, a todo el cuerpo que representa, hasta la punta de los dedos. Tales cuerpos que se generan, a su vez actúan
hacia afuera sin perder, en ningún momento, su identidad, logrando una fuerza
poderosa a favor de lo auténticamente natural, que no contempla ningún rasgo de
artificialismo y que se encara con dignidad a él.
Si todos los agricultores de este país, y más allá de este país,
practicáramos la Agricultura Natural, todo el espacio, desde una punta a la
otra, sería un maravilloso vergel de convivencia lleno de pura vida. Algo que
nos merecemos y que la Naturaleza fuera de nosotros también merece. No dejemos nunca de practicar Agricultura Natural,
amplifiquémonos en esa fuerza verde. Depende exclusivamente de nosotros
agricultores, gentes humildes que vivimos en el campo, para el campo y por el
campo.
En la imagen primera que muestro hoy, observamos los altos
de la nueva finca que lindan con el bNa, en esta zona cumpliré con un sueño,
que será albergar, suficientemente amplia y desde sus más tiernos comienzos, una viña con especies autóctonas,
que aspira a estar completamente integrada en el futuro bosque. En la imagen
segunda es la parte media, una zona preciosa con ambiente chinescos, donde intentaremos
vivificar el aspecto contemplativo, entre arboledas de nogales, avellanos y,
seguramente, pinos asiáticos que se alzarán con sus movimientos curvos y sutiles entre las
rocas. La tercera imagen, es la parte baja de bancales antiguos, donde, como ya conocemos y es habitual, estarán
los frutales más delicados, también integrados con su parte silvestre.
jueves, 20 de mayo de 2021
Confiar en la Naturaleza
Estos temas han sido tratados extensamente en los libros de Vida
Natural Consciente, pero conviene repasarlos a menudo, para ir cortando
aquellos flecos sueltos que quedan todavía en la mente de algunas personas,
sobre todo, en las no afines a la AN.
El ser humano es pensante, no puede jamás dejar de serlo, intentar
anular esa parte sería ir en contra de la propia naturaleza humana, lo cuál
sería algo innatural. La cuestión entonces es el cómo, el por qué y la cualidad
y la cantidad de pensamiento que llevamos en la mochila y que seguimos fabricando. La “no discriminación”
fukuokiana no significaba el “no pensamiento”, sino en el pensar correcto, según
los términos naturales y conscientes. Este pensar correcto, para Fukuoka,
consistía en dejar de lado el análisis científico demoledor, dentro de la
acción agricultora, para dar paso a un devenir natural que confiaba en la naturaleza
y que permitía su propia expresión. Para las filosofías de VNC, se habla de una
templanza de esa parte analítica objetivista de la ciencia, para dar entrada a
una analítica sensible, conectada con la Naturaleza y su realización práctica, que compensan la otra parte y que no renuncian del todo a la parte necesaria objetiva; pero, sobre todo, que
siguen confiando y respetando también tal devenir natural y su expresión.
El conocimiento humano tiene unos parámetros de lógica para
considerar que tales o cuales razonamientos, son válidos o no lo son, y, suelen
ser determinantes para designar la realidad que vivimos, pero no son, necesariamente, absolutas. En los casos de algunas disciplinas deterministas extremas, sus
cauces son tremendamente alienantes, dentro del ámbito de la ciencia y de sus filosofías,
pues tienden a totalizar las determinaciones en forma de ley totalitaria, pretendiendo abarcar términos de veracidad y verdad, dejando el razonamiento lógico correcto y posible, anulado
a su propio antojo de ciencia o filosofía, es decir, con un conocimiento
absolutista, que no permite lo subjetivo ni lo objetivo flexible, apoyado en lo absolutamente objetivo.
Lo humanos, tras los excesos totalitarios de la segunda
guerra mundial, aprendimos –o debiéramos haber aprendido-, que ningún razonamiento
lógico, por muy validos que fuesen, debería considerarse como “verdad”, sino
que nos moveríamos en términos de realidad relativa, de razonamientos lógicos
correctos flexibles, fuesen estos objetivos o subjetivos, o ninguno o ambos; es decir, que siguen el canon lógico establecido, y que son
perfectamente válidos para determinados ámbitos, pero siempre abiertos a ser
cambiados, en un devenir natural y evolutivo, teniendo la subjetividad -relatividad-
en cuenta, aún con la objetividad necesaria. Esto ha sido defendido, y
ampliamente ensayado, desde aquella segunda guerra, por numerosos filósofos
estetas, entre los que me encuentro, y lo que se pretende es que ningún
razonamiento sea un absoluto que implique términos de verdad, sino que puedan
abarcar ámbitos flexibles de comprensión y acción dentro de una continuidad cambiante
posible.
Así, por ejemplo, ante una afirmación -determinista y
totalitaria- que expresa que “todo lo que existe es Naturaleza”, porque somos
naturaleza y por tanto nos incluye con todo el paquete; nosotros, razonamos, en
experiencia consciente y de naturaleza, que tal afirmación no es correcta -ni
verdad-, en tanto que, siendo así, se justificaría cualquier acción, y sabemos,
por comprensión y sentido básico, que no todo vale, que muchas acciones humanas
van contra la Naturaleza y la destruyen, por lo que debemos poner límite y
templanza a ese aspecto totalitario que piensa que todo lo que existe puede
inventarlo el humano y está en la responsabilidad humana, porque sabemos, por
experiencia y conocimiento, aparte de los criterios subjetivos comentados, que
hay un aspecto de la vida que no depende de nuestra absoluta voluntad. El
aspecto misterioso que hace que la vida se produzca por sí misma, sin nuestra
obstinada intervención.
En términos de Naturaleza y Consciencia, tales argumentos
que se expresan, contienen una única motivación. Que el humano pueda vivir sana
y armónicamente, en un ambiente sano y armónico también, respetando los ciclos
naturales tanto de una parte como de la otra, intentando siempre meditar cada
acción, para que este equilibrio entre naturaleza y humano se produzca y pueda
causar una mejora para ambos, aunque a veces pueda implicar cierto detrimento
en nuestras comodidades artificiales. El equilibrio llama a la templanza, así
que cualquier acción o pensamiento humanos, deben ser de tal cualidad para que
pueda cumplirse el esperado equilibrio.
Por todo ello, solo podemos considerarnos válidos y correctos,
si aprendemos a confiar en la naturaleza, que somos nosotros también,
siempre y cuando respetemos el camino que nos lleva a dejar expresar la
naturaleza no humana también, que es el origen de la misma vida. Debemos recordar
también, que lo que es tendente a la destrucción de forma absoluta, deja de ser,
por lo que no es una cualidad implícita y única en el ser, aunque exista ese
rasgo, en condiciones de relatividad, dentro de la naturaleza.
La AN no es una cuestión de fe, es una cuestión de comprensión
y confianza en lo que pensamos y realizamos en la practica por nosotros mismos,
por eso no tiene nombre, ni pertenece a nadie sino a todos, y está aquí y
ahora, con la mirada clara puesta en nuestra propia vida y la vida de nuestro
hábitat.
domingo, 16 de mayo de 2021
El compost en la Agricultura Natural
El maestro Fukuoka fue muy explícito en esto, el compost elaborado no merece la pena. Mucho hemos expresado sobre este tema, y podemos acudir a todo lo que está escrito si queremos profundizar en este principio fundamental, pero lo más relevante, es reforzarnos en este convencimiento y realizar, por nosotros mismos, sobre todo, por qué afirmamos que no usamos compost elaborado.
Todo el conocimiento científico del mundo sobre los
microorganismos de la tierra y demás componentes vivos, con el fin de elaborar
artificialmente abonos para nuestras plantas de cultivo, jamás nos darán el
gran conocimiento de la vida que hay en ellas cuando dotamos de libertad a la
misma naturaleza, con una intervención mínima, para que ella haga el mejor
compost que pueda existir, sin nuestra obstinada intervención y manipulación de
su crecimiento.
Nuestras plantas de alimento cada vez son más y más débiles,
menos y menos nutritivas; la causa principal, aparte de la domesticación tan
extrema de plantas y ecosistema, que ha provocado una dependencia casi total de
la naturaleza, es el aporte continuado, precisamente, de ese extra alimento
llamado compost elaborado u otros fertilizantes vivos, etc. Es por esa razón
que en AN ponemos preponderancia en lo contrario, y esto no significa que
dejemos de nutrir a nuestra huerta, significa que el esfuerzo de elaborar
compost, sencillamente, aparte de ser un trabajo excesivo que no merece la
pena, tal como afirmó Fukuoka, es una manipulación extrema que atenta
directamente sobre la libertad que nuestras plantas necesitan para ser
naturales.
Esta actitud de la AN, que intenta no ajustarse a lo
excesivamente elaborado, dota al humano de una cualidad que se llama natural y
consciente, y es llamada así, porque tiene en cuenta la naturaleza, dejándola
ser a ella misma. Con ello, el humano tampoco deja de ser quien es y de
ajustarse a sus necesidades de alimento, porque, de alguna manera, también
interviene, es una cuestión de grado y cualidad. Dar la espalda a este hecho,
es mantener una actitud tendente a ser artificialista en el ámbito del cultivo,
es decir, es mantener una actitud contraria a ser natural y consciente, por eso
decimos que la AN, que trabaja a la inversa, pertenece al ámbito de la Vida
Natural Consciente.
La cuestión ahora es el cómo hacemos entonces, algo que
parece que preocupa mucho a los ecológicos científicos y a algunos otros
sectores de la permacultura. En este artículo, intentaré mostrar un pequeño
ejemplo de lo que estamos afirmando.
En la imagen primera, se pueden apreciar unas matas de
guisantes silvestres, entre ellas, también hay vezas silvestres y otras plantas
valiosas del punto de vista nutritivo de nuestra tierra. Todas ellas crecen
copiosamente cada primavera en mi finca. Cuando llegué aquí, hace como unos 20
años, crecían muy pocas de ellas. La razón de ello era que no existía bosque
Natural de alimentos (bNa), es decir, no había un equilibrio ecosistemático
creado. Según la AN, este equilibrio, o climax, de bNa, se consigue gracias a
la incorporación consciente de arboleda silvestre; y es en este camino, donde
nacen y se establecen estas clases de plantas de forma natural.
El árbol silvestre es el gran valor dentro de la AN, él es
el comienzo de la nutrición, el descompactado y la riqueza de nuestra tierra,
él hace que en nuestra tierra se incorporen, por sí sola, las plantas que
necesitamos. Es la gran magia de la vida que no podemos manipular, por ello,
sin árboles silvestres, no podemos concebir AN alguna, y es también, por esta
razón, que hemos incorporado el sexto principio de bNa. En cualquier caso,
podemos ayudarla un poco esparciendo este tipo de semillas en nuestro campo
-existen un universo amplio de clases de ellas-, si queremos avanzar un poco
antes para determinados estados de transición -nuestro principio 8-.
Cada año, estas plantas de cobertura me producen casi una
cuarta de alto, por metro cuadrado de base, de materia orgánica, con lo que,
por cada 1000 metros cuadrado de mi finca, obtengo mil cuartas, es decir,
muchísimos kilos de materia valiosísima -biomasa- para el suelo, es decir, de
compost natural elaborado por la naturaleza. Eso sin contar con los millones de
hojas caídas cada otoño de los árboles.
Y ahora comparemos. En la segunda imagen, se pueden apreciar
dos montones de compost natural de mis desechos de cocina producidos en dos
años. No he elaborado nada, sencillamente los he acumulado allí y les he echado
paja de mi campo encima para cubrirlos un poco. Esto no es compost elaborado,
es sencillamente un “podriero”, como decían los antiguos de mi zona. ¿Merece la
pena preocuparse entonces en elaborar compost en tales condiciones
ecosistemáticas de producción de biomasa? Si comparamos, por ejemplo, los
desechos de cocina producidos por una familia en dos años, es decir, dos
montoncitos, que son como unas seis cuartas por metro cuadrado, por los miles
de cuartas que tengo cada año en la finca, creo que la lógica es aplastante.
Y ahora, preguntémonos ¿Qué necesita saber más la ciencia moderna
sobre ello? Esta ciencia diría que no es suficiente para alimentar a nuestras
hortalizas, por ejemplo, y que por ello necesitamos conocer todo un sistema
complicadísimo de conocimiento, recoger las materias de los ya pobres y
esquilmados bosques de afuera, etc., con todas las implicaciones económicas y
sociales que ello contiene. Entonces, la AN contestaría que, además de lo
dicho, con un poco de estiércol y plantando las plantas adecuadas -véase
Tratado de Agricultura Natural y el sistema de grados de la tierra y las
plantas-, dejando, en el mundo de coberturas, silvestres alrededor, también con
su segado, es más que suficiente para demostrar que nuestras verduras y frutales
crecen excelentes y sanas. La AN no espera milagros artificialistas, se encuentra
directamente en la tierra, junto a ella, es muy simple, ¿demasiado simple?
Bienvenidos a la Agricultura Natural real.
sábado, 8 de mayo de 2021
Por una Naturaleza libre en hermandad humana
Con un elevado grado de análisis separado de la Naturaleza,
es decir, con una expresión “sólo mente”, el artificialismo cuenta con
poderosas razones para determinar sus leyes. Unas leyes ajustadas a la
conservación de una vida que rechaza el devenir natural y que intenta controlarlo,
de tal forma, que éste no se manifieste.
Una mente humana artificialista, se encuentra muy carente de
sensibilidad natural -no tiene contacto, ni tiene desarrollado, sus sentidos-, esto
hace que pueda llegar a pensar, por ejemplo, que las valiosas plantas
silvestres varias, o las dulces y hermosas hojas caídas de un árbol, o los mismos
árboles silvestres en sí, que son todos el alimento y la medicina de la
Naturaleza, crean suciedad, contienen bichos dañinos de toda clase, con lo que
se les suponen que son un peligro para los cultivos y para la vida humana artificialista;
y es, por ello, que son perseguidos y exterminados.
El contacto sensible con la Naturaleza es tan rechazado para
la mente artificialista, que llega a ser realmente un acontecimiento muy
obsesivo. Este hecho hace que sea capaz de intentar controlar, incluso por
imposición y totalitarismo, todas las causas sensibles, que son sobrevenidas de
los elementos esenciales y naturales de la Naturaleza, como son la energía del
sol, del agua, de la tierra y del aire, acotando la manifestación libre que
ellas contienen en su relación con los seres libres, impidiendo, con ello, la
manifestación libre de toda vida natural.
El artificialismo cuenta con razones poderosas analíticas sí,
pero estas están absolutamente carentes de toda sensibilidad, tanto en mente
como en experiencia sensible, con lo que su grado de consciencia es bastante deficiente.
Sin Consciencia hay ignorancia -no hay evolución humana-, y la tendencia, en
estas condiciones, es la destrucción. En Vida Natural Consciente, libro 2,
fue extensamente definida la Consciencia, allí podemos probar, en fuerza
analítica sensible -filosófica-, todo lo que aquí ahora estamos expresando.
La Agricultura Natural de hoy, es portadora de esa
fuerza analítica sensible, pero también es portadora de fuerza analítica objetiva,
tal como se ha mostrado, en grado de conocimiento histórico y de ciencia
esencial, en el recién publicado Tratado de Agricultura Natural. La
capacidad doble de fuerza analítica, es capacidad consciente, y solo puede ser
revelada con la experiencia de vida directa de campo. Es decir, la Naturaleza
es una entidad externa a ser observada, es decir, es objetiva y conforma
patrón “relativo y flexible” de ley, pero, la Naturaleza lo que es, sobre todo,
una entidad interna para ser experimentada -en experiencia directa
sensible y en mente sensible-, es decir, es subjetiva y conforma, o no, un
patrón individual, sea este también grupal, si así lo quiere.
En definitiva, lo que estamos declarando
es que los agricultores naturales ya han dejado de ser, para los ojos
artificialistas, unas gentes “palurdas e incultas” fáciles de dominar, entre
otras cosas porque nunca lo fueron, en verdad; y, fundamentalmente, porque hoy
sí que posee fuerza analítica sobrada y de experiencia sobrada, para defenderse
y no estar necesariamente condenados al conocimiento ignorante y a las leyes
ignorantes sobrevenidas de ese conocimiento proveniente de la nueva Babilonia; por
libertad de natural de expresión, y por libertad natural de vida en experiencia.
¡
Por una Naturaleza libre en hermandad
humana
martes, 27 de abril de 2021
La Agricultura Natural y el nuevo Edén del bosque
Con esta situación, no es difícil intuir que está llegando el momento de plantearnos seriamente la realidad humana que queremos configurar y lanzar con fuerza la alternativa que aboga por el derecho a ser lo que somos, dentro de la naturaleza que una vez nos fue dada.
No nos cabe duda ahora que hace millones de años, por alguna extraña razón, fuimos expulsados del Edén del bosque, allá por los confines de los bosques frescos africanos. Desde entonces, la falta de frutos silvestres de las estepas que surgieron, nos obligó a matar para sobrevivir, y no hemos parado, llevamos luchando, sin cesar, contra natura para lograr una supervivencia en este mundo. Nos hicimos hostiles a la naturaleza y la mente que empezamos a desarrollar nos permitió tales actitudes.[1]
A pesar de la gloria y sus matanzas, la mente humana de hoy ha llegado a su punto máximo de inflexión, y lo que ahora está en juego es si vamos a poder o no, continuar manteniendo esa actitud hostil a la Naturaleza para sobrevivir fuera del bosque, con todo el artificialismo creado. Imaginar un mundo des-naturalizado absoluto, con armonía, salud y felicidad, es algo totalmente imposible, pues no caben tales bondades, dentro de una realidad que fue creada a través de la hostilidad. La Naturaleza nos llama ahora, sin dilación, a la inmediata toma de consciencia para que dejemos esa actitud, y volvamos al sitio que nos corresponde con la mente que tenemos ahora.
Es este un trabajo de todos, y requiere una reflexión muy importante. Debemos abandonar las armas, dejar de luchar en contra de la naturaleza, y regresar al bosque donde pertenecemos.
Ahora, que ya sabemos que la Agricultura Natural no es sólo un hecho coyuntural de estos últimos tiempos, o un simple conjunto de técnicas de agricultura, que nos lleva al mismísimo origen de la humanidad, podemos tomar consciencia plena de la función primordial que lleva consigo. Y no sólo desde nuestra historia, sino de la mejor realidad posible para nuestro presente y futuro.
En el Tratado de A.N., hemos reivindicado esos orígenes, sintiéndonos parte integrante de ese ancestro, y los patrones antiguos nos van a servir para comprendernos y tomar ciertas prácticas dentro de este mundo retorno que se nos ofrece ahora, lejos de las consideraciones babilónicas artificilistas de hoy. Sin embargo, no perdemos de vista que aquellos mismos patrones, nos llevan también a la parte hostil del origen de lo que somos, ya que fueron también causa directa de esos errores. Es por todo ello, desde la A.N. de hoy, muy conveniente mantener la cautela debida y reforzarnos en los principios de la A.N., pues ellos han sido concebidos para el avance de la cordialidad con la Naturaleza.
[1] Ver capítulo 2. Antecedentes históricos de la Agricultura natural. Tratado de Agricultura natural.
viernes, 23 de abril de 2021
El baile de la naturaleza libre
El otro día, charlando en el poblado cercano de donde vivo, un viejo hortelano del lugar me decía que antes de que comenzaran a echar líquidos en el campo -fitosanitarios y fertilizantes industriales-, ninguna enfermedad acechaba a las plantas y que, sin embargo, hoy, no hay ninguna especie que no esté enferma.
Desde las alternativas, debemos ejercer fuerza argumental y
reflexionar mucho sobre este tema, porque, sin ninguna duda, los hechos son
evidentes, el artificialismo está provocando enfermedad y destruyendo la
naturaleza y a nosotros mismos. El control absoluto de hoy, llegando al extremo de acechanza y proscripción por ser naturales, en base a un “supuesto” conocimiento
-científico-tecnológico-, que está intentando someter por obligación
a toda naturaleza, expresa una dinámica sobre-dominante absolutista (de
preponderancia máxima) que crea estados estériles en contra de la misma vida. Y
lo que es aún peor, las entidades de vida enferma, quedan así extra-dependientes
de los artificios dañinos que lo ansían sostener, sin ninguna capacidad para
interrelacionarse con el medio natural, siendo esta su única razón de vida.
La vida está llena y se sostiene gracias a la interacción
con el medio, sin un medio interviniendo en su natural circunstancia, sin los
elementos de vida en su natural circunstancia, se manifiestan seres vivos
carentes de toda defensa natural, con lo que, en cuanto mantienen un contacto
mínimo con el medio natural, quedan desvalidos. En otras palabras, el
artificialismo crea seres vivos incapaces de vivir en la Naturaleza y
dependientes absolutos de los productos artificiales. En un corto plazo, no
podemos discernirlo con claridad; en un medio plazo, no sólo podremos verlo con
la claridad suficiente, sino que, además, la esterilidad se expresará, sin
lugar a dudas, a través de la debilidad y la negación de la inmunidad natural,
con la enfermedad consiguiente. La destrucción final sería el largo plazo.
Si no se templa en su acción el artificialismo, la humanidad
y el resto de seres vivos de esta tierra, acabarán por enfermarnos de muerte, por
su propia preponderancia demasiado extrema.
Por otro lado, no podemos llegar, tampoco, como solución a
este problema inminente, al otro extremo de pensar en un abandono total y
salvaje de nuestra intervención, y dejarlo todo en manos de la madre
Naturaleza, ya que, a pesar de que el misterioso Ayu de la Tierra
filosofal (1) se recompone solo -es decir, la conjunción perfecta que expresa
la vida y su salud, no depende esencialmente de la intervención del humano,
sino de su propia gran fuerza generadora de vida-, la Naturaleza no humana puede llegar a ser también demasiado preponderante si se la deja a ella
sola. El procedimiento es la vía media
que fomenta la vida, dejando que se manifieste la Naturaleza también,
incluyendo los estados de voluntades libres que tienen la capacidad de elegir
su propio designio; en un baile maravilloso que sostiene, de manera Natural y
Consciente (2), intervenciones humanas, no dominantes y sí suaves y
armónicas, que lo incluye todo, y no renuncia a ser lo que es.
En un estado de indeterminabilidad -disculpen la
palabreja, pero es necesaria-, ajustamos esa intervención a través de la simple
templanza, para que lo preponderante no se haga nunca extremo, y podamos, en un
ejercicio pleno y consciente de libertad de voluntades, converger armónicamente
con la gran manifestación de la Naturaleza, beneficiando la salud y la vida con
ello.
No perdamos la esperanza en la vida -ni en la humanidad ni
en la Naturaleza-, y seamos consecuentes y contundentes ante cualquier
expresión que vaya contra ella.
Que la naturaleza nos acompañe siempre. Feliz primavera.
Imagen marzo 2021 -zanahorias, coles, lechugas, cebollas…-
(1) - Ref. libro Tratado de Agricultura Natural - Ahó, Cauac editorial nativa-
(2) -Ref. libros de Vida Natural Consciente -Ahó, Cauac editorial Nativa-
sábado, 17 de abril de 2021
Devenir en presente, pasado y futuro
La razón de este maravilloso climax de bNa expresado, es
debida a la acción en tierra, fuego, agua y aire de los árboles y de todos los
vegetales de cobertura conjuntados. El alimento humano proviene del bosque,
allí fue donde nacieron las primeras plantas que posteriormente fueron
domesticadas para nuestro consumo; es por ello que, devolver a la Naturaleza lo
que le es correspondido, es devolvernos a nosotros mismos la máxima cualidad de
nuestra existencia.
Casi la totalidad de las hortalizas que cultivamos, las
germinamos nosotros cuidadosamente en almácigas naturales o directamente en
tierra, dependiendo de la especie. En relación a la imagen que muestro hoy,
podemos ver una especie de lechuga que estamos introduciendo que se ha adaptado
perfectamente. Este año, estamos cultivando unos seis diferentes tipos de
lechugas, dos de las cuales son autóctonas de estas tierras, y las otras
provenientes de otros lugares. Las vamos integrando en diversos ambientes,
observando los grados de la tierra y las plantas -véase práctica de grados en
Tratado de Agricultura Natural-, hasta localizar su fluir y tendencias. Después
de la experiencia, sacamos conclusiones y nos quedaremos con las que mejor se
hayan adaptado.
Continuamos con el gran devenir de la Agricultura Natural,
que es la máxima de este presente evocador que nos lleva al mayor logro posible
y a la mejor posible humanidad.
Justo acababa de escribir este artículo, y la abundancia de
la recolección de cada día entraba en casa, en devenir pasado y futuro, esta
vez, dos hermosos repollos, uno de ellos pesaba un kilo. Elaboraremos un rico y
saludable chucrut.
Felices devenires primaverales.
jueves, 8 de abril de 2021
El bosque Natural como origen y destino de la fertilidad
“LA Agricultura Natural intenta rescatar el derecho de vida
de la Naturaleza, del mismo modo que el derecho de vida del propio Humano, por
eso, redimimos el origen de la fertilidad natural, que es el bosque, que es el
principio también de los tiempos, muchísimo tiempo antes que comenzara el
cultivo de la tierra. Allá donde hubo bosques de forma Natural, el humano tiene
la obligación de devolver ese estado original —es bien conocido aquello que
dicen los botánicos de que la península Ibérica tiene vocación forestal, no
debemos perder este punto dentro de nuestro marco de acción en el
Mediterráneo—.”
Tratado de Agricultura
Natural, pag. 57 volumen I
Por causalidad irrefutable, el principio 6 de la Agricultura
Natural, habla del bosque Natural de alimentos (b.N.a.), como una adaptación
completa e integrada del humano en la Naturaleza. Esto es así, tal como hemos
repetido tantas veces, porque la Naturaleza no humana debe existir en la misma
proporción que existe el humano, en una coexistencia equilibrada, por una pura supervivencia de ambas especies
de seres.
Las formas manifiestas del bNa son múltiples y diversas, no
podemos establecer unas normas matematizadas concretas y exactas, pero sí podemos rescatar algunos de los
patrones que se repiten, y que nos dan elevado conocimiento sobre cuáles deben ser
nuestras maneras naturales de actuar en nuestro medio, de tal forma que impliquen la gran integración
y climax entre el humano y el resto de la Naturaleza. En el Tratado de AN,
podemos encontrar buena parte importante de esos patrones que han sido considerados según
las grandes experiencias de nuestros ancestros, desde el mismo origen de la
humanidad, así como las nuestras propias de hoy, de la A.N. actual y la posible
futura.
En la imagen de hoy, podemos apreciar un rincón abancalado con
hortalizas dentro de un bosque Natural de alimentos. En este caso, no nos
estorban las sombras del alcornoque, del arce japonés o del kaki que le rodea,
porque estas lechugas, criadas desde semillas antiguas y naturales, están
acostumbradas a estas condiciones maravillosas del bosque, que es donde se
encuentra el origen de la fertilidad, para este presente y nuestro futuro. La
foto la hice hace un par de semanas, hoy tienen el tamaño de una cuarta hacia
arriba. La naturaleza muestra siempre todo su potencial.
Abrazos naturales y conscientes!
sábado, 27 de marzo de 2021
Sobre nuestra práctica Natural
El maestro Fukuoka habló, profusamente, de la “no
discriminación”, refiriéndose a la necesidad imperiosa del ser humano, de templar
nuestra actitud analítica. La capacidad que tengamos nosotros de llevar esa
templanza, será la misma medida de integración con nuestro medio natural.
No debemos dejar de pensar y volver a ser ancestrales
salvajes, ¡ni mucho menos!; es este el mismo error que considerar que el “no
hacer”, nuestro 5 principio, es la absoluta no acción. Mantengamos claro que
los humanos hemos nacido con la capacidad para pensar y de actuar, con lo que
es, totalmente, imposible que pudiésemos dejar algo que está implícito en
nuestra naturaleza.
Pero no por ser lo que somos y realizarnos en ello, pensando
y haciendo, debemos afianzarnos en el instinto de auto-supervivencia que
destruye lo que nos toca desde fuera, por temor a perder nuestra integridad. Este
miedo, ciertamente sí ancestral, nos lleva a querer estar por encima de
cualquier otra manifestación de la naturaleza, con un sentir acomplejado que
quiere controlarlo todo con nuestra mente y nuestra acción consecuente. Esto
denota claramente un complejo de superioridad, que no es más, en realidad, que
un sentimiento de inferioridad, una terrible falta de consciencia y respeto. Y
esto nos crea muchos sufrimientos, a la vez que nos destruye.
Nuestra naturaleza verdadera, que es consciente, no puede ir
jamás dirigida allí, ya que la consciencia se mide gracias a la conjunción de
aquellas cualidades -hacer-pensar- con la cualidad también de la sensibilidad,
que son los sentidos naturales propios que nos conectan directamente con todo
lo que nos rodea, es decir, los naturales.
Por todo lo dicho, a sabiendas de que pensar y actuar son
las dos vertientes que se alejan de la Sensibilidad natural -5 sentidos-,
tales son los cánones artificialistas, no nos queda más remedio, si queremos
salvarnos a nosotros y al resto de las manifestaciones naturales, que disminuir
la fuerza de esa parte pensante y de acción. Y esto significa, y en esto nos
basamos en la Agricultura Natural, una fuerza hacia la “no discriminación” y el
“no hacer”, para dejar el espacio necesario para aumentar la fuerza hacia la
Sensibilidad natural, en un “sí tocar, sí oler, sí ver, sí saborear, sí
respirar, tal cual se manifiestan las cosas; sí, en definitiva, conectar
físicamente con el medio.
Lo más grande es que, una vez recuperada la sensibilidad
natural y realizada ella, el pensante y el hacer consecuentes son altamente
sensibles también, con lo que pensamiento (discriminación) y acción, se unifican
en una misma cosa. Y es eso lo que exactamente significa la Consciencia. No hay
más misterio. Todo ello fue tratado en los 2 libros de Vida Natural Consciente,
ahora, en el Tratado de Agricultura Natural, recién publicado, vemos explícitamente
las consideraciones prácticas, en toda su extensión, bajo los prismas de
nuestra acción consciente -pensante-sensible- (de cultivo, de alimento, de
medicina, etc.), con la Naturaleza. Recordamos que la Naturaleza somos nosotros
también, por lo que esas prácticas también relatan las acciones hacia nosotros (en
cultivo interior, en alimento, en medicina, etc.)
Qué mayor alegoría para el día de hoy, que la mesa de trabajo
junto las almácigas de nuestras semillas que fueron plantadas hace un mes y que
ya crecen lozanas...
¡Feliz primavera agrohabitantes del mundo,
pues la fuerza de la Agricultura Natural ya es una Agrohabitura para todos
los habitantes del campo; y ya está en marcha! ¡Celebrémoslo!