jueves, 12 de noviembre de 2020

Paisajes otoñales

 




Hace unos veinte años, cuando llegué a esta finca, de 7.000 metros cuadrados, había un desierto con sólo unas cuatro especies de árboles y arbustos de porte salpicados, estos eran: almendros, olivos, retamas y algún acebuche pequeño. En estos días, estamos haciendo inventario de las especies que hoy habitan en este lugar, y son como unas 125 especies diferentes, sin contar la gran inmensidad de plantas de pequeño porte, entre aromáticas, hortalizas y silvestres nuevas.

Las imágenes que hoy muestro, pertenecen a un sector del Jardín Natural Jamchen, que hemos llamado “El rincón oriental”. Se expresan árboles donde aparecen preponderantes, los rojos otoñales con especies no autóctonas venidas de Oriente. Sólo en este espacio, nos encontramos con unos 32 tipos de árboles.

Estas especies no autóctonas se encuentran completamente naturalizadas. Igual que un pájaro traslada las semillas a los diferentes lugares, los humanos también colaboramos en esta labor de integración y expansión. Según mi observación, muchos árboles de ecosistemas variados, consiguen adaptarse perfectamente al medio, independientemente de donde nos encontremos, si gozan de la diversidad suficiente. Y, lo más importante, una vez naturalizados, árboles que necesitan de lluvias abundantes, conservan, por sí mismos, en el seno de la tierra, la humedad de la tierra necesaria para su propia supervivencia, lo que permite que apenas tengamos que regar, manteniendo, incluso, muchos de los frutales compañeros también.

Por lógica supina, para realizarnos en la Agricultura Natural, no necesitamos de tan alta diversidad si no queremos; los acontecimientos de este lugar, han dependido de motivaciones personales, sin embargo, podemos estar seguros que, cuanta mayor sea esta biodiversidad, cuanta más protección daremos a nuestro bosque Natural de alimentos.

En el otoño hay una despedida del sol, que va templando su fuerza dirigiéndose hacia el invierno frío. Del mismo modo que es tan hermoso contemplar los rojos atardeceres, que es cuando el sol se despide del día, podemos sentir ese “hasta pronto” estacional del astro rey, en el inmenso universo de rojos, naranjas, amarillos y morados, todos ellos, colores calientes.

Que el rojo otoño sea pues, la alegoría que nos recuerda la vida expresada en toda su inmensidad, a través del ciclo que lleva a esa vida a la misma muerte, que no es más que el descanso y la regeneración necesarias para un nuevo amanecer, para una renovada vida nueva que se repite constantemente, una y otra vez. Comprendemos que el preludio a la muerte, expresado en el otoño con toda su intensidad de colores calientes, es el anuncio de la nueva vida que está por venir. 

Nos despedimos con estas hermosas imágenes de un bosque Natural de alimentos ya completado, ensalzando aquellos viejos ensueños que se muestran ahora en una realidad viva y realizada. Directamente ante nuestros ojos, con todos los sentidos puestos en ello, los preciosos naranjas de los kakis fundiéndose entre los verdes intensos de los laureles, los amarillos soleados del rey abedul, los universos calientes del liquidámbar expresando sus bellísimas tonalidades frente al verde limpio de los bambúes. Mirtos, enebros chinos, árbol de Júpiter, poincianas, perales, cerezos, granados, el lindísimo aligustre de China agazapado entre los pinos limoneros, la dulzura de la tuya esmeralda, …

Celebremos esta gran expresión que la naturaleza nos brinda. ¡Por una vida más Natural y consciente!

     




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