domingo, 21 de febrero de 2021

El perfecto orden natural


 

Las maravillosas bellezas que diseña la naturaleza, configuran formas aparentemente asimétricas, sin embargo, nada más lejos de la realidad. Con miradas superficiales, o con aquellas que quieren controlarlo todo por una imagen mental-abstracta matematizada, se ven solo imperfecciones allá donde hay magníficas revelaciones perfectas. Nuestro ojo, con esta actitud, es bastante inacertado, y nos revela numerosos engaños que no tienen, absolutamente, nada que ver con la realidad que se nos presenta.

Tal es la ignorancia humana natural de estos tiempos, que esas miradas, veladas y obtusas, queriendo mantenerlo todo bajo control, solo saben construir más y más desorden en el mundo, creyendo que sus acciones son la perfección, no dándose cuenta que la única voluntad humana que existe, es poder actuar en beneficio de la vida. Una vida que se produce sola, por sí misma, a través de nosotros y con tales acciones sobrevenidas del dejar hacer, pero sin nuestra insolente intervención que intenta destruirla, no permitiendo que ella -la Vida- se manifieste; tal como ya ha sido revelado en la Tierra filosofal de la Tabla Natural Consciente.

La Naturaleza construye todo en una auténtica perfección y orden, nada hay que modificar ahí, no hay nada que tocar. Todos los organismos vivos del planeta tierra, están vivos precisamente por la gran capacidad innata que tienen de vivir en su libertad de ser vivo, con su propio movimiento e interacción constante de los otros seres vivos, también con su propio movimiento. No hay enemigos, no hay nada que temer que haya sido creado por el gran y misterioso orden del Universo. A lo que sí hay que temer, y que debemos afrontar con valentía, es esas miradas ignorantes humanas que construyen mundos de fantasías amenazantes, coaccionantes -contra la voluntad esencial- y destructivas, de esa vida en libertad de movimiento. Es ese el gran peligro de la humanidad.

Es por ello, que la Agricultura Natural, de vida Natural Consciente, que implica la interacción del cultivo completo, espiritual -inmaterial- y de la naturaleza material, pone su mirada en ese dejar hacer, en esa libertad que lleva implícita la vida misma, por sí misma, que queda salvaguardado en el principio n 5 de la A.N.

En la imagen que presento hoy, podemos apreciar, someramente, el increíble orden natural creado en conjunción armónica por los lupinos, las coles, y las habas, entre otras maravillas vegetales comestibles y silvestres, devenidas por su propia naturaleza y la naturaleza de un humano en acción respetuosa.

Feliz luna creciente de febrero.  


miércoles, 10 de febrero de 2021

El mundo natural de las habas y los lupinos


En los climas mediterráneos templados, el otoño es el tiempo ideal para plantar las habas y los lupinos dulces. En el cultivo natural, aprovechamos cualquier rincón para esparcir sus semillas. 

En el caso del lupino, sólo tenemos que esparcir el primer año, porque luego ellos se asilvestran solos, por sí mismos, eligiendo los lugares más idóneos. En la imagen primera, podemos observar un campo de lupinos. Estas masas verdes preciosas, no las he plantado yo. Este vegetal, con un esparcido primero hace más de media década, lleva viajando por estos bancales, eligiendo, en voz propia, sus lugares cada año. El único trabajo que tenemos que hacer es, después de cosechar y dejar algunas semillas a su libre albedrío, segar en verano y, en la primavera siguiente, recolectar de nuevo. 

Las semillas de lupinos son muy nutritivos y deliciosos y la planta, puedo aseverar que es la reina de la A.N., pues, además de estas virtudes mencionadas, desplazan la hierba molesta, al ser leguminosa, nutren la tierra y la preparan para cualquier cultivo que queramos poner. Los antiguos decían que, plantando lupinos, no hacía falta poner estiércol. 

Las habas, por su lado, también tienen un cultivo muy silvestre y adaptable para el cultivo natural, parecido a los altramuces; aunque es un poco más delicado, en el sentido de que hay que estar un poco más pendiente a la hora de esparcir las semillas -quizás enterrarlas un poco también-, y cuidar que el terreno se mantenga acolchado y flexible  y que no le den fuertes vientos, que le afectan un poco más.

En la imagen segunda, podemos apreciar estas plantas hermosas conviviendo con otras hortalizas y bajo dos jóvenes nectarinas y un paraguayo. En una próxima publicación, pondré detalles de estos cultivos. 

Feliz Febrero agricultores naturales. 

 

 

lunes, 1 de febrero de 2021

Épocas de almácigas

El comienzo del cultivo natural, puede venir dado por esparcimiento directo en tierra de las semillas o mediante el cuidadoso germinar que nos dan las almácigas. Las almácigas son pequeños espacios de tierra dedicados a los semilleros, y es la costumbre popular desde tiempos inmemoriales. Diversas técnicas de germinación se han desarrollado a lo largo del último centenio, sin embargo, no hay mejor forma natural de hacerlo que a través de las almácigas tradicionales.

Para este año, he decidido hacer unos macetones de piedra, ladrillo cocido compacto, cal y arena, cercanos a la vivienda y cubiertos de los fríos y los vientos, para que esta labor sea más cómoda; pero se puede hacer, perfectamente, en cuadrantes de la huerta, como he hecho tantas veces, y sigo haciendo, para determinadas hortalizas. Esas almácigas naturales de la huerta, tienen la ventaja de que producen plantas durante mucho tiempo, y, cuando maduran, se quedan como huerto propio, con vegetaciones muy adaptadas al medio, que nos permite, incluso, coger semillas de ellas.

Pese a lo dicho, algunas hortalizas necesitan de cuidados más esmerados, la razón es porque genéticamente, a través de los años, se han ido condicionando a un ciclo anual, no siendo anuales en su origen. Por ello, debemos atender, muy cautelosamente, su germinar. Estamos hablando de las solanáceas y algunos tipos de coles. Así tenemos, pimientos y tomates, por ejemplo, que necesitan estar en tierras, más o menos calientes, ya desde el mes de febrero hasta principios de marzo, lo más tardar.

Lo propio de los antiguos era usar estiércol abundante y esteras encima de las almácigas, para calentar las semillas. ¡Ya veremos cómo apañamos los nuevos viveritos de febrero!, ¿quizás con unos soportes fabricados con cañitas flexibles de bambú del terreno?…

Abrazos naturales y conscientes