jueves, 20 de mayo de 2021

Confiar en la Naturaleza

 

Masanobu Fukuoka, padre de la Agricultura Natural, habló muchas veces de la “no discriminación” en términos de pensamiento, sin embargo, él uso bastantes recursos de razonamientos, tanto de filosofía como técnico-científicos, para defenderla y promoverla. ¿Qué es lo que quiso el maestro decir con la“no dicriminación” entonces?

Estos temas han sido tratados extensamente en los libros de Vida Natural Consciente, pero conviene repasarlos a menudo, para ir cortando aquellos flecos sueltos que quedan todavía en la mente de algunas personas, sobre todo, en las no afines a la AN.

El ser humano es pensante, no puede jamás dejar de serlo, intentar anular esa parte sería ir en contra de la propia naturaleza humana, lo cuál sería algo innatural. La cuestión entonces es el cómo, el por qué y la cualidad y la cantidad de pensamiento que llevamos en la mochila y que seguimos fabricando. La “no discriminación” fukuokiana no significaba el “no pensamiento”, sino en el pensar correcto, según los términos naturales y conscientes. Este pensar correcto, para Fukuoka, consistía en dejar de lado el análisis científico demoledor, dentro de la acción agricultora, para dar paso a un devenir natural que confiaba en la naturaleza y que permitía su propia expresión. Para las filosofías de VNC, se habla de una templanza de esa parte analítica objetivista de la ciencia, para dar entrada a una analítica sensible, conectada con la Naturaleza y su realización práctica, que compensan la otra parte y que no renuncian del todo a la parte necesaria objetiva; pero, sobre todo, que siguen confiando y respetando también tal devenir natural y su expresión.

El conocimiento humano tiene unos parámetros de lógica para considerar que tales o cuales razonamientos, son válidos o no lo son, y, suelen ser determinantes para designar la realidad que vivimos, pero no son, necesariamente, absolutas. En los casos de algunas disciplinas deterministas extremas, sus cauces son tremendamente alienantes, dentro del ámbito de la ciencia y de sus filosofías, pues tienden a totalizar las determinaciones en forma de ley totalitaria, pretendiendo abarcar términos de veracidad y verdad, dejando el razonamiento lógico correcto y posible, anulado a su propio antojo de ciencia o filosofía, es decir, con un conocimiento absolutista, que no permite lo subjetivo ni lo objetivo flexible, apoyado en lo absolutamente objetivo.  

Lo humanos, tras los excesos totalitarios de la segunda guerra mundial, aprendimos –o debiéramos haber aprendido-, que ningún razonamiento lógico, por muy validos que fuesen, debería considerarse como “verdad”, sino que nos moveríamos en términos de realidad relativa, de razonamientos lógicos correctos flexibles, fuesen estos objetivos o subjetivos, o ninguno o ambos; es decir, que siguen el canon lógico establecido, y que son perfectamente válidos para determinados ámbitos, pero siempre abiertos a ser cambiados, en un devenir natural y evolutivo, teniendo la subjetividad -relatividad- en cuenta, aún con la objetividad necesaria. Esto ha sido defendido, y ampliamente ensayado, desde aquella segunda guerra, por numerosos filósofos estetas, entre los que me encuentro, y lo que se pretende es que ningún razonamiento sea un absoluto que implique términos de verdad, sino que puedan abarcar ámbitos flexibles de comprensión y acción dentro de una continuidad cambiante posible.

Así, por ejemplo, ante una afirmación -determinista y totalitaria- que expresa que “todo lo que existe es Naturaleza”, porque somos naturaleza y por tanto nos incluye con todo el paquete; nosotros, razonamos, en experiencia consciente y de naturaleza, que tal afirmación no es correcta -ni verdad-, en tanto que, siendo así, se justificaría cualquier acción, y sabemos, por comprensión y sentido básico, que no todo vale, que muchas acciones humanas van contra la Naturaleza y la destruyen, por lo que debemos poner límite y templanza a ese aspecto totalitario que piensa que todo lo que existe puede inventarlo el humano y está en la responsabilidad humana, porque sabemos, por experiencia y conocimiento, aparte de los criterios subjetivos comentados, que hay un aspecto de la vida que no depende de nuestra absoluta voluntad. El aspecto misterioso que hace que la vida se produzca por sí misma, sin nuestra obstinada intervención.

En términos de Naturaleza y Consciencia, tales argumentos que se expresan, contienen una única motivación. Que el humano pueda vivir sana y armónicamente, en un ambiente sano y armónico también, respetando los ciclos naturales tanto de una parte como de la otra, intentando siempre meditar cada acción, para que este equilibrio entre naturaleza y humano se produzca y pueda causar una mejora para ambos, aunque a veces pueda implicar cierto detrimento en nuestras comodidades artificiales. El equilibrio llama a la templanza, así que cualquier acción o pensamiento humanos, deben ser de tal cualidad para que pueda cumplirse el esperado equilibrio.

Por todo ello, solo podemos considerarnos válidos y correctos, si aprendemos a confiar en la naturaleza, que somos nosotros también, siempre y cuando respetemos el camino que nos lleva a dejar expresar la naturaleza no humana también, que es el origen de la misma vida. Debemos recordar también, que lo que es tendente a la destrucción de forma absoluta, deja de ser, por lo que no es una cualidad implícita y única en el ser, aunque exista ese rasgo, en condiciones de relatividad, dentro de la naturaleza.

La AN no es una cuestión de fe, es una cuestión de comprensión y confianza en lo que pensamos y realizamos en la practica por nosotros mismos, por eso no tiene nombre, ni pertenece a nadie sino a todos, y está aquí y ahora, con la mirada clara puesta en nuestra propia vida y la vida de nuestro hábitat.


domingo, 16 de mayo de 2021

El compost en la Agricultura Natural

 

El maestro Fukuoka fue muy explícito en esto, el compost elaborado no merece la pena. Mucho hemos expresado sobre este tema, y podemos acudir a todo lo que está escrito si queremos profundizar en este principio fundamental, pero lo más relevante, es reforzarnos en este convencimiento y realizar, por nosotros mismos, sobre todo, por qué afirmamos que no usamos compost elaborado.

Todo el conocimiento científico del mundo sobre los microorganismos de la tierra y demás componentes vivos, con el fin de elaborar artificialmente abonos para nuestras plantas de cultivo, jamás nos darán el gran conocimiento de la vida que hay en ellas cuando dotamos de libertad a la misma naturaleza, con una intervención mínima, para que ella haga el mejor compost que pueda existir, sin nuestra obstinada intervención y manipulación de su crecimiento.

Nuestras plantas de alimento cada vez son más y más débiles, menos y menos nutritivas; la causa principal, aparte de la domesticación tan extrema de plantas y ecosistema, que ha provocado una dependencia casi total de la naturaleza, es el aporte continuado, precisamente, de ese extra alimento llamado compost elaborado u otros fertilizantes vivos, etc. Es por esa razón que en AN ponemos preponderancia en lo contrario, y esto no significa que dejemos de nutrir a nuestra huerta, significa que el esfuerzo de elaborar compost, sencillamente, aparte de ser un trabajo excesivo que no merece la pena, tal como afirmó Fukuoka, es una manipulación extrema que atenta directamente sobre la libertad que nuestras plantas necesitan para ser naturales.

Esta actitud de la AN, que intenta no ajustarse a lo excesivamente elaborado, dota al humano de una cualidad que se llama natural y consciente, y es llamada así, porque tiene en cuenta la naturaleza, dejándola ser a ella misma. Con ello, el humano tampoco deja de ser quien es y de ajustarse a sus necesidades de alimento, porque, de alguna manera, también interviene, es una cuestión de grado y cualidad. Dar la espalda a este hecho, es mantener una actitud tendente a ser artificialista en el ámbito del cultivo, es decir, es mantener una actitud contraria a ser natural y consciente, por eso decimos que la AN, que trabaja a la inversa, pertenece al ámbito de la Vida Natural Consciente.

La cuestión ahora es el cómo hacemos entonces, algo que parece que preocupa mucho a los ecológicos científicos y a algunos otros sectores de la permacultura. En este artículo, intentaré mostrar un pequeño ejemplo de lo que estamos afirmando.   

En la imagen primera, se pueden apreciar unas matas de guisantes silvestres, entre ellas, también hay vezas silvestres y otras plantas valiosas del punto de vista nutritivo de nuestra tierra. Todas ellas crecen copiosamente cada primavera en mi finca. Cuando llegué aquí, hace como unos 20 años, crecían muy pocas de ellas. La razón de ello era que no existía bosque Natural de alimentos (bNa), es decir, no había un equilibrio ecosistemático creado. Según la AN, este equilibrio, o climax, de bNa, se consigue gracias a la incorporación consciente de arboleda silvestre; y es en este camino, donde nacen y se establecen estas clases de plantas de forma natural.

El árbol silvestre es el gran valor dentro de la AN, él es el comienzo de la nutrición, el descompactado y la riqueza de nuestra tierra, él hace que en nuestra tierra se incorporen, por sí sola, las plantas que necesitamos. Es la gran magia de la vida que no podemos manipular, por ello, sin árboles silvestres, no podemos concebir AN alguna, y es también, por esta razón, que hemos incorporado el sexto principio de bNa. En cualquier caso, podemos ayudarla un poco esparciendo este tipo de semillas en nuestro campo -existen un universo amplio de clases de ellas-, si queremos avanzar un poco antes para determinados estados de transición -nuestro principio 8-.

Cada año, estas plantas de cobertura me producen casi una cuarta de alto, por metro cuadrado de base, de materia orgánica, con lo que, por cada 1000 metros cuadrado de mi finca, obtengo mil cuartas, es decir, muchísimos kilos de materia valiosísima -biomasa- para el suelo, es decir, de compost natural elaborado por la naturaleza. Eso sin contar con los millones de hojas caídas cada otoño de los árboles.

Y ahora comparemos. En la segunda imagen, se pueden apreciar dos montones de compost natural de mis desechos de cocina producidos en dos años. No he elaborado nada, sencillamente los he acumulado allí y les he echado paja de mi campo encima para cubrirlos un poco. Esto no es compost elaborado, es sencillamente un “podriero”, como decían los antiguos de mi zona. ¿Merece la pena preocuparse entonces en elaborar compost en tales condiciones ecosistemáticas de producción de biomasa? Si comparamos, por ejemplo, los desechos de cocina producidos por una familia en dos años, es decir, dos montoncitos, que son como unas seis cuartas por metro cuadrado, por los miles de cuartas que tengo cada año en la finca, creo que la lógica es aplastante.

Y ahora, preguntémonos ¿Qué necesita saber más la ciencia moderna sobre ello? Esta ciencia diría que no es suficiente para alimentar a nuestras hortalizas, por ejemplo, y que por ello necesitamos conocer todo un sistema complicadísimo de conocimiento, recoger las materias de los ya pobres y esquilmados bosques de afuera, etc., con todas las implicaciones económicas y sociales que ello contiene. Entonces, la AN contestaría que, además de lo dicho, con un poco de estiércol y plantando las plantas adecuadas -véase Tratado de Agricultura Natural y el sistema de grados de la tierra y las plantas-, dejando, en el mundo de coberturas, silvestres alrededor, también con su segado, es más que suficiente para demostrar que nuestras verduras y frutales crecen excelentes y sanas. La AN no espera milagros artificialistas, se encuentra directamente en la tierra, junto a ella, es muy simple, ¿demasiado simple?

Bienvenidos a la Agricultura Natural real.


sábado, 8 de mayo de 2021

Por una Naturaleza libre en hermandad humana

 


Con un elevado grado de análisis separado de la Naturaleza, es decir, con una expresión “sólo mente”, el artificialismo cuenta con poderosas razones para determinar sus leyes. Unas leyes ajustadas a la conservación de una vida que rechaza el devenir natural y que intenta controlarlo, de tal forma, que éste no se manifieste.

Una mente humana artificialista, se encuentra muy carente de sensibilidad natural -no tiene contacto, ni tiene desarrollado, sus sentidos-, esto hace que pueda llegar a pensar, por ejemplo, que las valiosas plantas silvestres varias, o las dulces y hermosas hojas caídas de un árbol, o los mismos árboles silvestres en sí, que son todos el alimento y la medicina de la Naturaleza, crean suciedad, contienen bichos dañinos de toda clase, con lo que se les suponen que son un peligro para los cultivos y para la vida humana artificialista; y es, por ello, que son perseguidos y exterminados.

El contacto sensible con la Naturaleza es tan rechazado para la mente artificialista, que llega a ser realmente un acontecimiento muy obsesivo. Este hecho hace que sea capaz de intentar controlar, incluso por imposición y totalitarismo, todas las causas sensibles, que son sobrevenidas de los elementos esenciales y naturales de la Naturaleza, como son la energía del sol, del agua, de la tierra y del aire, acotando la manifestación libre que ellas contienen en su relación con los seres libres, impidiendo, con ello, la manifestación libre de toda vida natural.  

El artificialismo cuenta con razones poderosas analíticas sí, pero estas están absolutamente carentes de toda sensibilidad, tanto en mente como en experiencia sensible, con lo que su grado de consciencia es bastante deficiente. Sin Consciencia hay ignorancia -no hay evolución humana-, y la tendencia, en estas condiciones, es la destrucción. En Vida Natural Consciente, libro 2, fue extensamente definida la Consciencia, allí podemos probar, en fuerza analítica sensible -filosófica-, todo lo que aquí ahora estamos expresando.

La Agricultura Natural de hoy, es portadora de esa fuerza analítica sensible, pero también es portadora de fuerza analítica objetiva, tal como se ha mostrado, en grado de conocimiento histórico y de ciencia esencial, en el recién publicado Tratado de Agricultura Natural. La capacidad doble de fuerza analítica, es capacidad consciente, y solo puede ser revelada con la experiencia de vida directa de campo. Es decir, la Naturaleza es una entidad externa a ser observada, es decir, es objetiva y conforma patrón “relativo y flexible” de ley, pero, la Naturaleza lo que es, sobre todo, una entidad interna para ser experimentada -en experiencia directa sensible y en mente sensible-, es decir, es subjetiva y conforma, o no, un patrón individual, sea este también grupal, si así lo quiere.

En definitiva, lo que estamos declarando es que los agricultores naturales ya han dejado de ser, para los ojos artificialistas, unas gentes “palurdas e incultas” fáciles de dominar, entre otras cosas porque nunca lo fueron, en verdad; y, fundamentalmente, porque hoy sí que posee fuerza analítica sobrada y de experiencia sobrada, para defenderse y no estar necesariamente condenados al conocimiento ignorante y a las leyes ignorantes sobrevenidas de ese conocimiento proveniente de la nueva Babilonia; por libertad de natural de expresión, y por libertad natural de vida en experiencia. ¡

Por una Naturaleza libre en hermandad humana