jueves, 27 de octubre de 2022

El imperio artificialista y la muerte del bosque

 


Hace unos días estuvimos en la parte norte de esta sierra. Allí se encuentra una gran extensión de de encinas, robes y alcornoques, distribuido naturalmente en diferentes masas arbóreas. Se trata de un hermoso bosque Natural entre primigenio y silvestre. Según la clasificación que hice en el Tratado de Agricultura Natural, el b. N. primigenio, es un bosque que ha sido constituido exclusivamente por la naturaleza, sin intervención humana, y el segundo, el silvestre, es aquel que ha tenido intervención humana en alguna ocasión, aún habiendo sido constituido fundamentalmente por la Naturaleza. 


El bosque del que hablamos, aunque tuvo cierta intervención en determinadas épocas de la historia, ha conservado, desde sus inicios, y estamos hablando de muchos miles de años, su esencia primigenia. Este lugar ha pasado por periodos fuertes de sequía, tormentas y toda clase de acontecimientos y, hasta ahora, ha sobrevivido sin ningún tipo de problema. Hoy, este bosque está muriendo lentamente. 


Cuando vimos unas grandes manchas marrones extrañas, dentro del verdor de las encinas y alcornoques y el amarilleo y rojizo otoñal de los arces, pensamos que eran los robles que se habían adelantado a su tiempo debido a la falta de agua, pero, cuando nos acercamos, comprobamos tristemente que no, que eran todos los Quercus que había secado sus hojas. Algunas de las encinas, aún con sus hojas secas, no habían muerto, estaban como esperando el milagro, sin embargo, una gran mayoría estaban apenas sin sabia, o ya habían muerto; lo mismo sucedía con los robles. El espectáculo era muy terrible y amargo. 


Llevo mas de treinta años observando con detenimiento y consciencia estas tierras y estos cielos, con sus ciclos naturales de cada estación y las intervenciones no naturales, y también he ido preguntando, desde entonces, a los más viejos, sobre los sucesos naturales conocidos. Es muy posible que tenga información esencial de un siglo para atrás acerca de la situación de estas naturalezas. Nunca, en un antes conocido, se habían secado extensiones tan grandes de Quercus; nunca antes, hubo tiempos de sequía tan largos y tan persistentes; nunca antes, había dejado de nevar un año en estas altas montañas; nunca antes, se secaron fuentes y arroyos nunca antes, venían tan intensas y extrañas calimas fuera de tiempo que arrasaban todo a su paso, dejando un rastro de muerte e improductividad; nunca antes, sucedían las desgracias a las que estamos sometidos hoy. 


Hay señales suficientes para asegurar de que de que algo no va bien, las informaciones oficiales nos hablan de un cambio climático generalizado que está afectando a nivel general nuestros ecosistemas, debido, fundamentalmente, a las emisiones de CO2 y a las contaminaciones persistentes de esto terribles sistemas artificialistas para la obtención de nuestros recursos. Es muy seguro que haya de eso, que duda cabe, pero llevamos muchísimos años interviniendo atrozmente en la naturaleza para encontrar esos recursos in-naturales, y no es probable que sólo, en los pocos tres últimos años, es cuando se puede ver con claridad cambios reales y substanciales. No es, en absoluto, nada natural que esto suceda así, de forma tan evidentemente y rápida, aun con nuestro artificialismo habitual de uso de químicos para la agricultura y largo etc., hay, sin ninguna duda, otros factores más, también artificialistas, a tener en cuenta y que son, pienso, que más condicionantes y que le hacen ser causas más principales, tanto de la sequía extrema que estamos viviendo, como de las otras desgracias ecosistemáticas.


Estas causas directas y principales son dos: El control artificialista climático organizado, a través del uso de productos químicos muy peligrosos y dañinos, realizados con fumigaciones a gran escala y los incendios, también organizados, con intenciones de deforestación. Ambas llevan un plan implícito de destrucción que es desconocido para la mayoría de nosotros, pequeños ‘humanos-hormigas’. No tenemos ni idea de lo que este plan organizado pretende hacer y cuales son los objetivos desertificando algunas zonas en concreto, y dejando otras con la sensación de cambio climático y una normalidad relativa; lo que estoy, absolutamente seguro, es que está sucediendo y se está haciendo conscientemente, lo cual es una desgracia para todos.


Ayer tocó ir a la playa, con este calor, mejor refrescarse un poco. Estamos a finales de octubre, es decir, un periodo otoñal donde lo normal es tener lluvias y llevar ya algún abrigo, es algo realmente inaudito. De repente, observando felizmente el volar de la gaviotas, un altavoz sonó en toda la playa, como si fuera un aeropuerto, advirtiéndonos a todos, en español e inglés, que cuidáramos de nuestras pertenencias y que disfrutáramos de nuestras vacaciones. Sonó rápidamente la alarma en mi mente, escenificando de nuevo lo que había pensado muchas veces, pero esta vez de manera muy clara: ‘“-Conozco esta playa desde hace más de medio siglo, jamás en esta época hemos estado en traje de baño, ni ha habido seguridad de buen tiempo, parece que el imperio artificialista tiene bien ordenado este producto, fabricar artificialmente un lugar para unas vacaciones baratas y fáciles para los extranjeros. Estas palabras sonando en el altavoz, me lleva a entender que estamos viviendo como en una especie de ‘Show de Truman’, donde están vendiendo sol y calor otoñal surespañol para el resto de la Europa fría, y es por eso que nos quitan la lluvia y el frío. Las compañías aéreas y demás industrias del turismo, harán lo imposible porque este lugar sea más caluroso, no llueva demasiado y tengamos un anticiclón permanente cercano que asegure ese sol, …” 


Hoy, un día después de nuestra inhóspita experiencia playera, como casi todos los días desde que comenzó el otoño, los aviones no paran de surcar los cielos desprendiendo esas nebulosas cargadas de químicos. Mientras ellos no decidan parar, no habrá ninguna borrasca que pueda penetrar a estas zonas mediterráneas de España y los anticiclones del Sáhara y de la Azores, se mantendrán en el Mediterráneo en épocas insólitas. El pantano de la Axarquía, llamado de la Viñuela, antes un paraíso natural, está prácticamente vacío. Es con esa agua, con la que se supone que se duchan los turistas de estas zonas costeras orientales, y con la que se riegan las miles de hectáreas de aguacates y otros frutos tropicales, sin embargo, no es difícil dilucidar que ya hay también un plan para eso. Un buen trasvase de agua de otros lugares donde sí llueve y comprando aguacates de otros lugares, a quién le importa los que les pase a los agricultores, sean estos pequeños o grandes, y, lo que es aun peor, a quien le importa que mueran unos cuantos millones de árboles, cuando hay bosques extensísimos y preciosísimos en toda Europa. La gente del norte no quiere bosque, sino sol y playa. 


Paseen ustedes por los paseos marítimos de toda la costa del sol, observarán, en directo, una sociedad de personas absolutamente despreocupada por la sequía y los bosques, verán también, un poco más allá, pegados a las autovías infectadas de coches, mares de chalets adosados con piscinas, extensos prados de hierba de golf en su mayor verdor y las fuentes de asfalto bien regadas, igual que los ridículos jardines de palmeras con isletas de césped a sus pies. Como en cualquier ciudad, verán ustedes lindos parques comerciales repletos de frutos y verduras frescas, entre otros miles de productos, llamados alimentarios, enlatados y prefabricados. Todos ellos con altos contenidos tóxicos, venidos de industrias variadas, entre los que se encuentran los infernales invernaderos almeriense-granadinos, que son ya zonas desérticas y donde ya han comprado una gran parte de las aguas de Sierra Nevada, también al borde de la desertificación. Bienvenidos al ‘Show de Truman’ real, sigan ustedes disfrutando del mundo virtual, pronto intentaremos ponerles un sello digital bajo su piel, para que ustedes puedan “disfrutar”, aun más, de su telefonía móvil incorporada. El Show solo acaba de comenzar, el imperio artificalista sabe perfectamente lo que hace. ¡Qué triste espectáculo decadente!


A pesar de todo, somos muchas personas que seguimos luchando por una vida más natural y consciente, no perdemos la esperanza, no dejamos de mirar y creer en un mundo equilibrado con una Naturaleza y una humanidad saludable y espiritualmente avanzada. No dejamos de trabajar en ello. 



jueves, 6 de octubre de 2022

Camino a casa


En estos tiempos que corren, todos los esfuerzos que hagamos para mantener nuestro bosque Natural de alimentos en estas tierras emblanquecidas y desérticas, es poco.

El otro día, me contaba un hortelano sabio del pueblo que, en tiempo antaño, de sus padres y sus abuelos hacia atrás, había mucha vida en estas montañas. Él se crió entre huertas al borde de los arroyos de agua permanente, viñas bien cuidadas, trigo en los pechos y rebaños de cabras y vacas. Contaba que tenían tan buenas patatas, que la gente de los pueblos subían con sus mulas a comprarlas, a beber del exquisito vino, porque entonces no había bares, sino la casa de los amigos, que eran casi todos porque en cada casa había una bodeguita, … Después de relatar las bondades de su infancia, dignas realmente de ser evocadas, quizás en otra ocasión, continuaba el hombre cabizbajo diciendo que: "entonces no pasábamos ninguna necesidad, el campo tenía un sentido, pájaros e insectos volaban nuestras fincas, no había prisa para nada, las cosas funcionaban bien; era duro, sí, pero todo estaba siempre verde, incluso las aguas brotaban en verano y no se perdían fuentes ni arroyos, cada año había nieve, llovía durante semanas y meses, las gentes eran felices. Hoy aunque lloviera mucho, no volverían a ser las cosas como antes, no crecería ni una sola planta de trigo o de maíz, porque el mal no está en la falta de lluvia, sino en estas tierras blancas improductivas y sin vida alguna. Antes de que empezaran la fumigaciones -se lamentaba-, estas tierras eran ricas por sí mismas, tenían un color pardo, daba gusto verlas."

Todo su discurso me dejó me dejó impactado, pero su última frase en especial. Para aquellos que aún creen que la tecnología y el conocimiento competitivo de la ciencia moderna lo resuelve todo y que el mal viene de una supuesta providencia imaginaria y fantástica, mejor comiencen a indagar en la historia de sus propios orígenes, que son los pueblos. No tardarán en darse cuenta de que la cosa no va de cambio climático, sino de una tierra muerta debido directamente a las acciones terribles de una sociedad humana absolutamente perdida en la competitividad intelectual, gobernada por una tecnocracia artificialista, llamada Dios-ciencia, que cree saberlo todo con su, en realidad, ciencia-fantasía y que no hace más que destruir las tierras y las gentes, más y más. Un legado que nos fue dado desde hace millones de años y que estamos tirando por la borda con un total desagradecimiento. 


Cojamos el buen camino a casa de una vez, rescatemos los grandes valores del campo y abandonemos ese que nos destruye. No existe conocimiento intelectual derivado alguno que pueda darnos la felicidad por sí mismo; si hemos de alcanzar la sabiduría y un hábitat armónico con tierras fértiles, y que ojalá así sea, será de la mano de un conocimiento natural y consciente, profundo y certero, simple y que fluye del propio devenir de la vida.