jueves, 28 de mayo de 2020

El futuro en la Agricultura Natural


La tierra que nos fue dada por naturaleza, era fértil, pero el humano, en su insistente resistencia, fue explotando, exponencialmente, aquellos recursos. La forma de explotación, a nivel agricultural, fue el aislamiento, la base de toda domesticación.
El aislamiento excesivo de nuestras plantas de alimento, para conseguir producciones, más allá de lo que la naturaleza podía y puede dar, ha terminado provocando una destrucción masiva de nuestras tierras. Y este modelo ha sobrepasado todas las líneas de nuestra convivencia también.
La Agricultura Natural, con su filosofía de Vida Natural Consciente, plantea una alternativa que puede realizar una convivencia realmente evolutiva, así como también puede reparar lo que fue estropeado, tal como la medicina hace con los cuerpos enfermos. Sin embargo, esta posibilidad, ya abierta y en práctica, toca los pilares de la misma humanidad, una especie viva pensante, que no siempre está dispuesta a reconocer. Esta falta de reconocimento, es el resultado de la ignorancia, del miedo a desprenderse de aquello que cree que es.
En una tierra evolutiva, donde viven habitantes naturales y conscientes, no existe el aislamiento total, aunque sí un control y una intervención, implicando una apuesta directa al abandono de la domesticación brutal y todo lo que conlleva en la agricultura y en todos los niveles de vida también. Lo que en su momento llamé artificialismo, está basado en esa "domesticación absoluta", es algo que, si no nos ponemos en marcha para frenarlo, acabará con la posibilidad de que la humanidad pueda seguir subsistiendo.
Es muy sencillo, si creemos en la humanidad, y debemos hacerlo, creemos en su evolución en Naturaleza y Consciencia, que son sus dos naturales condiciones, como una especie más de este planeta, entonces podemos poner los medios sin dilación, y comenzar a cambiarlo desde su centro más poderoso, que somos nosotros mismos, aquí y ahora.
La ciencia objetiva actual, aún se está preguntando qué es consciencia; dice que no sabe qué es, porque no puede medirla con sus aparatos artificiales. Yo le digo a esa clase de ciencia involucionada y obtusa, que se ilustre un poco más y que aparte, mida el mundo que ha construido y que luego vaya a visitar los campos de los agricultores naturales, o mi mismo humilde espacio, donde antaño fue un desierto y hoy conviven más de 100 especies diferentes de árboles y mucho más del doble en especies arbustivas y plantas de coberturas, silvestres y de alimento. Un espacio donde cohabitan multitud de pájaros, donde pasean los zorros, los ratones, las culebras, los sapos, donde vuelan las abejas, donde existen toda clase de fauna diversa, junto a nosotros humanos. Un espacio donde todo está en perfecto y permanente equilibrio de vida, aun con sus avatares propios.
En nuestras manos está elegir si queremos seguir viviendo en el artificialismo atroz, con todo lo que conlleva, o poner la esperanza en un futuro feliz, integrador, múltiple y pacífico para la humanidad y la Naturaleza, que es lo que la Agricultura Natural incorpora en sus propuestas. Millones de personas en este mundo están esperando el milagro, pero el milagro está en ellos, solo necesitan ver que ese mundo en el que sueñan es perfectamente posible.
Un gran abrazo. Por una humanidad natural y consciente

jueves, 21 de mayo de 2020

El gran secreto de la consciencia y la naturaleza


En la naturaleza, muchas veces, por instinto de supervivencia, algunas plantas se imponen e impiden el crecimiento de otras de manera dramática. Y estas segundas mueren por esa causa. Esta es la visión estrecha. La visión amplia es que, el resultado final, con sus vidas y sus muertes naturales, es un estado equilibrado y armónico de vida general donde cada planta cogió su lugar y aquellas muertes individuales, no significaron otra cosa que una transmutación que permitió la continuidad de toda la generalidad. La vida general, entonces, sucede en un devenir continuado que no distingue la particularidad de vida, sino la totalidad y completud de ella. La hermandad natural colabora siempre en la vida de todos y no en las necesidades particulares de unos pocos.

En un estado de climax natural, sea cual sea esta, la visión amplia es fácil de percibir, hasta tal punto, que se manifiesta clara la completud. En ese estado sublime alcanzado, que no sucede tan evidente en los estados intermedios, la tendencia es siempre a la conservación y la amplificación del tiempo y la cualidad de vida particular.

La HERMANDAD HUMANA, SIENDO PURAMENTE NATURAL, actuaría de la misma manera dramática, y algunos individuos se impondrían sobre otros, por su propio instinto de supervivencia, y esto provocaría muertes por esa causa. Si permitiésemos actuar al humano de este modo, desde el instinto básico, como sucedió a lo largo de los millones de años, aseguraríamos la supervivencia general, pero, desde hoy, sería demasiado dramático, crearía mucho sufrimiento innecesario y no tendría correspondencia alguna con la razón, que es la otra parte que nos completa en consciencia.

Por este motivo, el Ser humano determina sus leyes, y así pone límites a la imposición. Y así nace la justicia humana. Aparentemente, esto nos aleja de lo natural y el ansiado climax, sin embargo, nada más lejos de la realidad. La consciencia, que es natural en nosotros tenerla, es, precisamente, la que nos permite ser naturales también. Pero hay trabas para ello, y están reveladas por un exceso de ley que, tratando de imponer límites a la imposición, se impone ella, acercándose a la amenaza dramática, aún peor que la propia muerte natural.

-1 En su rechazo a la naturaleza, si la ley actúa impositiva y fija, no permite la natural correspondencia, pero entonces se revela contraria a la naturaleza y se aleja del estado de climax. El artificialismo es su extremo y da un uso de analítica excesiva sin apenas correspondencia sensible, por ello tampoco natural, que termina siendo autodestructiva.

-2 Si la ley actúa flexible y abierta, permite la natural correspondencia, su autocrítica desde lo subjetivo que crea otras objetividades conyunturales, entonces esa ley es coyuntural también y se revela a favor de la naturaleza. Y este hecho, es lo que permite la justicia y la tendencia al estado de climax que configura la HERMANDAD CONSCIENTE HUMANA. Mas, sólo puede ser concebida, si es articulada desde los estadios de consciencia. Estos estadios de consciencia, tal como fue probado en la teoría estética de la indeterminabilidad y en los tratados de Vida Natural Consciente consecuentes, solo puede suceder en la templanza entre la sensibilidad y la razón humanas, es decir, entre las templanzas de lo puramente natural y lo puramente analítico -artificial-. Las templanzas se ponderan creando el balance de consciencia unificado al devenir externo de la naturaleza, que crece desde su propia base, dando consecuencia a un estado evolutivo real -perfectamente realizable-, de consciencia y naturaleza.

El resultado final de esta tendencia del balance, que está en permanente movimiento, es un estado de pura consciencia -climax consciente-, que tiene la visión amplia de la naturaleza también. Y como se dijo del climax natural, “es fácil de percibir, hasta tal punto, que se manifiesta clara la completud. En ese estado sublime alcanzado, que no sucede tan evidente en los estados intermedios, la tendencia es siempre a la conservación y la amplificación del tiempo y la cualidad de vida particular”.  

He aquí, expresado brevemente, sobre el gran secreto de la consciencia y la naturaleza.

viernes, 15 de mayo de 2020

El gran peligro de los transgénicos –vida artificial-




Según las grandes líneas científicas imperantes, saltarse la selección natural al intercambiar genes entre especies, e incluso reinos, que, de forma natural, son imposibles de mezclar, como son virus, bacterias, genes animales o humanos, etc., lo que conseguimos es controlar la producción de alimentos, primero para lograr ganancias y productos mayores, o incluso “mejores”, según sus visiones, y segundo, para controlar los daños producidos por otros factores no naturales. Nos encontramos ante la lucha por mantener la vida artificial. Una lucha que sólo puede llegar a un sitio, la destrucción total de la vida natural, y aquí está incluida la destrucción del humano.

Es un lugar muy peligroso, porque cada día se hace más difícil disponer de semillas no modificadas genéticamente. Hasta tal punto que, hoy día, casi todas las compañías que controlan la distribución de las plantas para la agricultura, tienen el mercado copado con plantas modificadas que están preparadas para hacernos dependientes. De tal modo que, o bien no producen ya semillas fértiles, o, las que producen nuevas plantas, están carente de frutos, es decir, sirven para una sola generación, o de dos, como mucho. En ambos casos, se intenta evitar cualquier caso de hibridación, con la intención de no perder la especie principal, por un lado -que sí están preparadas para resistir condiciones artificiales con los usos de químicos-, y, por otro lado, poder controlar los mercados, para ser ellos mismos los proveedores de las plantas. El humano se queda entonces en una posición de dependencia total de los agentes multinacionales, sin existir posibilidad alguna de libertad, ni de naturalidad. 

Para el segundo de los casos, donde usan la genética artificialmente para controlar los daños producidos por otros factores no naturales, justifican esta manipulación artificial diciendo que: Debido a que los químicos usados para la agricultura han provocado que las silvestres capturen esas contaminaciones, y, para evitar que las plantas de alimento se hibriden con esas silvestres, han modificado el gen para que sean infértiles y carentes de fruto futuro. De esta manera, no pueden “contaminarse”, y se pueden salvar las plantas de alimento.

Con toda claridad, podemos observar como la biotecnología genética, evitando toda hibridación, va absolutamente en contra de la propia domesticación, puesto que está matando toda posibilidad de que la Naturaleza pueda intervenir. Los humanos artificialistas piensan que pueden controlarlo todo. Es un peligro inminente este pensamiento ya que, si el humano se aísla de la Naturaleza, sencillamente, Ella muere; y si esto sucede, morimos nosotros también.

Los genetistas dicen que, ese carácter de pérdida de homogeneidad, es lógico, argumentando que, al cruzar dos especies de tan diferente carácter, es imposible mantener la homogeneidad de manera natural, por lo que se hace estrictamente necesario seguir manteniendo los cruces genéticos y las plantas madres artificiales. Es el miedo ancestral, la pescadilla que se muerde la cola.

No hay otra salida que volver a la verdadera domesticación. Y ella sólo es posible con lo silvestre incluido, por eso, la tendencia evolutiva para la humanidad, debe ser inversa a como se entiende; esto es: el abandono de la tecnología genética que impide la participación de lo silvestre y crea especies infértiles y naturalmente discapacitadas. Este abandono puede significar también un cierto grado de domesticación artificial aún, por los condicionantes que tenemos hoy día, pero ya con un camino claro trazado. Desde ahí, se abre la posibilidad de practicar libremente la domesticación natural, que debería ser objetivo de la agricultura general, y que sí que es nuestro objetivo directo dentro de la Agricultura Natural, y dentro de este tratado.


Anexo libro de Agricultura Natural de próxima publicación.

lunes, 11 de mayo de 2020

La libertad ganada



La esclavitud y la servidumbre ha perseguido a los humanos desde tiempos inmemoriales; con la declaración de derechos de 1789, por primera vez, se proclamaba, universalmente, el recurso supremo de las personas de la rebelión contra la tiranía y la opresión.  Pero, no sería hasta el año 1948 que la ONU acordara, por fin, la declaración universal de los derechos humanos, que determinaba para todos, la dignidad y el valor de la persona, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, basándose en la responsabilidad de comportarnos fraternalmente los unos con los otros, por estar dotados de razón y conciencia, tal como se resalta el artículo 1 de dicha declaración.

En los albores del siglo XXI, se han desatado sucesos mundiales que nos han hecho replantearnos muchas cosas, incluso hasta la libertad, donde, hasta ahora, no había duda alguna. Ciertamente, todo está en continuo movimiento, y esto provoca, insoslayablemente, la necesidad de nuevas maneras de pensar con sus nuevos paradigmas. Nuevos retos, nuevas soluciones.

Ante la difícil situación actual, hace unas semanas, la Agricultura Natural (AN) de Vida Natural Consciente (VNC), en su derecho colectivo de libertad de expresión y basándose en la filosofía expresa de VNC, declaraba públicamente la necesidad humana de implantar un nuevo derecho, por la salud natural, esto es: disfrutar de un aire, una tierra, un agua y un calor puros, tal como nos fue dado por natural nacimiento, con todo lo que ello implica. Del mismo modo, recordó el derecho natural de movimiento, según se desprende del artículo 13 de la Declaración Universal.

En un estado de alarma y de excepción, la libertad puede ser “supuestamente” limitada y siempre coyunturalmente, para salvaguardar la seguridad de todos, y “con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás”, o por motivos de salvaguarda del derecho a la salud, en este caso, pública. Nos encontramos ante un hilo de difícil medida, pero, aun en esta situación y expresada la colaboración de todos, nuestros derechos siguen vigentes, y debemos expresarnos libremente para poder ubicar los cambios que se pudiesen avecinar sin que corran riesgo estos derechos inalienables. En el artículo 30 de la Declaración Universal, se expresa que “no podrá interpretarse los derechos, para emprender o desarrollar actividades tendentes a la supresión de cualquiera de los derechos” de tal declaración. Esto nos protege y nos da competencia a las personas para reclamar que, ningún tipo de ley, sea científica o política, o de cualquier otra forma, puede ir contraria, de manera continuada, o tendente a ser más permanente, a los derechos que tenemos todos lo humanos; y mucho menos, puede la ley, basada en alguna clase de ciencia, etc., obligar o alentar, servidumbre o algún tipo de diferencia entre las personas, sean como sean, o tengan la condición que tengan.

Puesto que la ley, ni las autoridades competentes, tienen autoridad para clasificar a las personas por ninguna clase de rango, tengan la condición que tengan, un virus o lo que sea, toda persona es libre de relacionarse con su condición natural, si lo desea, y nunca puede suponer una amenaza social por su natural condición, tal como se desprende en el artículo 2 de la Declaración Universal: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamadas en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.  

Las personas llamadas, equivocadamente, vulnerables, adorarían vivir una vida con los suyos, y ellas tienen la libertad total de protegerse o encerrarse, si es su deseo, sin embargo, las personas sanas, con o sin virus, tengan la condición que tengan, tienen el derecho de seguir viviendo, nuestros hijos deben enamorarse, besar, abrazar, contactar libremente con sus semejantes, no se les puede robar ese derecho, debemos abrirnos a la vida, crear vida, no se puede vivir con miedo a morir o enfermar, y mucho menos que suponga una amenaza impuesta bajo el resguardo de la ley, esa enseñanza a nuestros hijos es de total irresponsabilidad e ignorancia y falta a nuestros derechos fundamentales.

El pensamiento y la realización material de VNC, están basadados en la templanza expresada según los términos de la teoría filosófica de la indeterminabilidad. Esta manera de pensar, sentir y materializarse en este mundo, defiende unos términos de respeto y confianza en la humanidad y al entorno de dicha humanidad, que es la Naturaleza. Estas posturas defienden la necesidad de naturalización humana y de evolución de la consciencia, albergando los espacios intermedios de “natural artificialidad” con la esperanza de que las dos tendencias, aparentemente opuestas (artificial- natural), puedan articularse en un libre intercambio que no extreme ninguna de las propensiones. De esta forma, rechaza cualquier clase de totalitarismo, tanto desde el conocimiento científico, o tecnológico, como de otros conocimientos, y sin excusa alguna para que estos extremos puedan imponerse totalitariamente, o suponer una amenaza, a nuestros derechos universales de libertad.

Los humanos nos hemos ganado el derecho a opinar libremente, continuemos haciéndolo, pero recordemos que sólo opiniones respetuosas y dignas, que no alienten la violencia, la intolerancia, la mal-intención o la mal-interpretación, etc, es lo único que puede asegurarnos ese derecho a la libertad de expresión, con toda la diversidad de opiniones incluidas. Aun siendo estas no coincidentes, conforman el maravilloso mundo universal del respeto y la convivencia armónica, rasgo evolutivo humano que, en razón y consciencia, es máxima de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Debemos expresar la necesidad de alzar nuestros derechos, con la defensa también explícita del medio ambiente, debemos fomentar el diálogo sensato, así como buscar el término medio que no esté abocado a la imposición o el totalitarismo del conocimiento, sea esta la científica objetivista, la tecnológica, o de cualquier índole. Para ello, se hace urgente habilitar las transiciones necesarias entre las tendencias, con la intención de que todas las personas puedan conservar y ejercer el derecho que tenemos ganado y que nos sacó de la esclavitud.

Por una vida más Natural y Consiente.