domingo, 15 de agosto de 2021

El jardín del Edén

 


Andemos un paso adelante y démonos cuenta de que la Agricultura Natural de domesticación, que dio lugar a la civilización humana, en su sentido positivo nació gracias a la cercanía con los grandes ríos. En la cultura de Occidente, el Tigris, el Éufrates y el Nilo, fueron los grandes motores de la abundancia y la pasión por la creación de los jardines ornamentales y alimentarios, que fueron base de la recreación del Edén, del paraíso que nos fue robado.

Desde Mesopotamia y Egipto hasta nuestros días, el ser humano ha aspirado siempre a su propio origen, el bosque donde todo está dado, intentando alcanzar, con sus esfuerzos y a través de su ensoñación, la ilusión de vivir en el paraíso perdido.

La arquitectura y los jardines fueron las articulaciones reales de tales aspiraciones durante milenios, pero hubo un punto de inflexión en el camino que dio lugar a otras aspiraciones inversas. Esto es: la ilusión y el deseo de ser Dios, de creerse “todo poderoso” por encima de su propia Naturaleza misteriosa y otras naturalezas misteriosas, que ya son dadas.  Apenas unos pocos siglos nos separan, dejando de lado todo el recorrido ganado hacia el Edén.

Así decía el escriba Enii, sobre el 1.580 a.C.:

“haz a tu gusto un jardín, rodeado de parterres; además de la tierra de labor, planta en él árboles, que será un abrigo para los alrededores de tu casa; llena tu mirada con todas las flores que tu ojo pueda contemplar, porque no hay que privarse e ninguna de ellas, es motivo de felicidad no dejarlas de lado”.

Los mesopotámicos y los egipcios dejaron ver hermosos jardines para el placer, el rito y la alimentación, y usaron los recursos de su mente, es decir, la técnica -tecnología-, para llevarlo a cabo. Pozos, estanques, canales de distribución del agua, traslado del limo, etc., fueron estimables creaciones de la mente humana para la realización mundana el paraíso en esta tierra. En unos principios, pocas veces se alejaron de los ríos y se adentraron en el desierto con esa pretensión. Y las veces que lo hicieron, el desastre terminó por acabar toda civilización y toda Naturaleza fue destruida; Petra es un ejemplo de ello. Al final, la excesiva explotación sin tener en cuenta a la Naturaleza, dio lugar a la misma suerte, con lo que el artificialismo cobra siempre su moneda de cambio: la autodestrucción.

Toda tecnología, por muy avanzada que esta sea, jamás podrá dominar la misteriosa fuerza de la creación natural. Toda vez que el humano pretenda controlar lo incontrolable con sus artificialismos varios, la Naturaleza irrumpirá sin contemplaciones y destruirá tal intención, incluido todo el tesoro que nos fue dado inicialmente.

Los ríos y bosques que nos han sido dados por su propia naturaleza, aún con el prudente provecho humano, han de ser conservados con toda su pureza, tal cual han sido revelados, y todas las tierras, aires, aguas y bosques modificados y destruidos, han de ser recuperados, para que la Naturaleza pueda, de nuevo, mostrarnos el camino al Edén; de no ser así, Ella nos mostrará el infierno. Es ese el designio de los humanos, por ello, la conservación, la recuperación y la recreación, es el camino de todo ser Natural y Consciente, y la Agricultura Natural pone objetivo primordial en ello, en desarrollo material y espiritual.

En el Tratado de Agricultura Natural quedó revelada la Tierra Filosofal. Aquello que no fue visto aún en los albores de la civilización, por el maestro de maestros, Hermes Trismegisto, con su Tabla Esmeralda, donde reinaba el oro, hoy cobra otra claridad para el devenir humano. Con la Tabla Natural Consciente, lo que reina ahora es el alimento de vida, que es el oro “simbólico” sutil y evolucionado; en contraposición de la transmutación de la piedra en oro -piedra filosofal-, lo que debe ser transmutado es la tierra -que es la piedra más sutil-, en alimento de vida -Tierra Filosofal-.

Averiguad qué significa alimento de vida y habréis encontrado el camino auténtico a la Tierra Filosofal. La sabiduría eclosionará en vuestras mentes, y siendo realizable, material y espiritualmente, por muchos, un nuevo paradigma humano, sin duda alguna, vendrá y nos mostrará el más hermoso de los paraísos en esta misma tierra, tal como fue designado por la providencia.

Que así sea entonces.


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