sábado, 12 de febrero de 2022

Hacia una nueva definición de agricultura

 

De las tradiciones babilónicas, pasando por los romanos y demás culturas bárbaras del pasado hasta hoy, nos llega un concepto de agricultura erróneo, en tanto que la deja sometida a la actividad económica y a la producción de alimentos. Y digo erróneo, en el sentido de incompleto, pues, toda actividad humana de campo, no tiene necesariamente que conllevar, como objetivo esencial, economía y producción de alimentos, aunque sí lo pueda implicar indirectamente, por necesidad y practicismo natural, o por la natural interacción entre actividades diversas.

Lo que quiero decir es que, genéricamente, cualquier actividad humana, por ejemplo, la lectura de libros, no tiene porqué estar condicionada, primordialmente y en su ser mismo, a un objetivo económico o a una producción, por lo tanto, no puede venir definida y fundamentada exclusivamente con tales principios, pues, de ser así, no abarcaría suficientemente la totalidad de su concepto; en este ejemplo, la lectura de libros es lo que es. Carecería de todo sentido definir la lectura de libros, como aquella actividad económica humana de leer, y eso no significa, sin embargo, que no pueda contener economía el acto de leer libros cuando interactúa con otras actividades. Una buena definición se distingue de otra incompleta o errónea, por la capacidad que tiene, teniendo en cuenta sus ámbitos etimológicos heredados, de abarcar todo su ámbito sin perder la esencia de su ser, y no por sometimiento, causa de entorpecimiento, de otra actividad exclusiva que implica interés de esa exclusividad.  Lo económico o lo productivo son ámbitos particulares, actividades concretas que no pueden abarcar -o someter-, a toda actividad humana que atente sobre el principio fundamental de su ser. Del mismo modo, ninguna actividad en concreto, puede abarcar a otro tipo de actividad en su principio esencial.

Estas cualidades nacen gracias al correcto desarrollo de las identidades propias necesarias de cada cosa, ya que, siendo así y por su propia dinámica, estas clases de autonomías, que están en el ejercicio de abarcar esencialmente toda su totalidad propia, conllevan, implícitamente, la interacción y el respeto de cada actividad a las demás actividades, por la sencilla razón de que, si es esencia, están conectadas unas con otras. La teoría estética de la indeterminabilidad, que di vida hace como unos trece años, muestra que, aunque nada se hace determinado para siempre -y con ello absoluto-, ya que todo está en continuo movimiento, toda manifestación individual que se determina coyunturalmente, contiene su propia y suficiente autonomía esencial. La esencia de cada cosa se adquiere por la experiencia, siempre en evolución, y es lo que le da el movimiento -la indeterminabilidad-, en función de cada circunstancia devenida debido a su interacción con las demás manifestaciones individuales. Adquirir en comprehensión, las diferentes esencias -particulares-, es la aspiración de la indeterminabilidad y se conectan entonces en una sola esencia -global, universal-; de esta manera, se asegura la convivencia entre cualquier manifestación. Debido a la imperfección de la mente, toda manifestación humana es interpretable, por ello está necesariamente abocada a ser revisada continuamente con la intención de estar más cercana a la perfección de la esencia universal que está conectada con todas las esencias particulares.

Todo ello nos da facultad para que, en base a los significados etimológicos y sin contradicción con las definiciones -determinaciones-de la RAE y otros ámbitos con potestad de conocimiento del concepto, podamos puntualizar, extender y completar las definiciones. El conocimiento no puede estar medido por el antojo de determinados razonamientos, por muy lógicos que estos sean a priori, por ello, debemos ser muy rigurosos con lo que exponemos y con lo que está establecido desde miles de años, comprendiendo profundamente que podemos intervenir en todo conocimiento siempre que lo hagamos cuidadosamente, sin faltar a la esencia ya adquirida de su concepto, y esto es lo que asegura que sean capaces de acercarse aún más a la esencia auténtica y universal de la que están compuestos. Esta habilidad necesita de cierto lenguaje adiestrado, no se puede hacer sin una base argumental digna y bien cotejada que no atente jamás contra el sentido común y los saberes esenciales adquiridos desde milenios, que no se pueden perder si queremos seguir evolucionando como humanos.   

Con lo expresado, volvamos al tema que nos incumbe, que es la agricultura, y la natural, por la vocación realizada. La Rae nos dice que agricultura es el cultivo y la labranza de la tierra o el conjunto de técnicas relativos al cultivo de la tierra. Por un lado, debemos advertir, tal como he desarrollado en el Tratado de Agricultura Natural, dos cosas: primero, agricultura no es sinónimo absoluto de cultivo y segundo, aunque en algunos aspectos generales, la agricultura pueda contener labranza, no todo cultivo de la tierra conlleva labranza. Por otro lado, la agricultura, aun conllevando un conjunto de técnicas relativos al cultivo de la tierra, globalizarlo como técnica de cultivo no alcanza la esencia de su ser, digamos que no contempla la totalidad de su significado. Técnica de cultivo no lo es todo en agricultura, puesto que existen muchos otros conocimientos prácticos, y no prácticos, relativos a la agricultura, que no requieren cuestiones de cultivo o incluso de técnica. La agricultura de sólo recolección, por ejemplo, podría requerir cierta técnica, sin embargo, no implica cultivo. Del mismo modo, existen múltiples acciones de campo que no corresponden necesariamente a un conocimiento técnico determinado, sino a un conocimiento sensible o intuitivo que no puede ser encapsulado. Yendo más lejos, existe también, dentro de nuestro ámbito de cultura natural y vida dentro del campo -agro-, por tanto, dentro de la agricultura, una observación y contemplación y una no acción que implica dejar hacer a la propia Naturaleza.  

Como vemos, la definición dada por la Rae, expresa un escenario acotado que no corresponde con la esencia y la virtud de la agricultura, por lo que es incompleta. Dijimos que no debíamos contradecir las definiciones de los que se suponen que tienen potestad de conocimiento, sin embargo, pensemos que no estamos contradiciéndola, sino completándola, intentando dotarle de todas las características esenciales posibles. Eso sí, si es incompleto, es erróneo en cuanto a definición y aquí puede conllevar un rasgo de contradicción, pero si somos capaces también de incluir esas definiciones también, entonces no las contradecimos.

Por tanto, de la misma manera que lo económico no es característica esencial exclusiva de lo agricultural, tampoco lo son el cultivo, ni lo técnico, ni la labranza. Comprendiendo esto, podemos entonces abrirnos a esta nueva propuesta de definición de agricultura expuesta en el Tratado de A.N.:

“Agri-cult-ura, como aquella actividad (ura), de campo (agri), en el sentido de cultivar y de habitar a su vez (cult). Agricultura, por tanto, implica, no sólo la acción de cultivo, sino la acción de vida del habitar”

“Agricultura, desde el punto de vista amplio, es la base de toda vida consciente de campo. Y contiene e implica, no sólo el simple manejo, el cuidado y el cultivo de las plantas de forma consciente para obtener fruto de ellas (sea este de alimento, medicamento, vestimenta, etc.) y sus actividades derivadas, sino también, todo aquel conjunto de actividades sobrevenidas para el sostenimiento de la propia vida consciente de campo -habitando en él o no-.”

Por su parte, la Agricultura Natural entonces, se quedaría definida igualmente con las mismas cualidades, pero sumando la premisa Natural en cada una de ellas.


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