lunes, 11 de mayo de 2020

La libertad ganada



La esclavitud y la servidumbre ha perseguido a los humanos desde tiempos inmemoriales; con la declaración de derechos de 1789, por primera vez, se proclamaba, universalmente, el recurso supremo de las personas de la rebelión contra la tiranía y la opresión.  Pero, no sería hasta el año 1948 que la ONU acordara, por fin, la declaración universal de los derechos humanos, que determinaba para todos, la dignidad y el valor de la persona, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, basándose en la responsabilidad de comportarnos fraternalmente los unos con los otros, por estar dotados de razón y conciencia, tal como se resalta el artículo 1 de dicha declaración.

En los albores del siglo XXI, se han desatado sucesos mundiales que nos han hecho replantearnos muchas cosas, incluso hasta la libertad, donde, hasta ahora, no había duda alguna. Ciertamente, todo está en continuo movimiento, y esto provoca, insoslayablemente, la necesidad de nuevas maneras de pensar con sus nuevos paradigmas. Nuevos retos, nuevas soluciones.

Ante la difícil situación actual, hace unas semanas, la Agricultura Natural (AN) de Vida Natural Consciente (VNC), en su derecho colectivo de libertad de expresión y basándose en la filosofía expresa de VNC, declaraba públicamente la necesidad humana de implantar un nuevo derecho, por la salud natural, esto es: disfrutar de un aire, una tierra, un agua y un calor puros, tal como nos fue dado por natural nacimiento, con todo lo que ello implica. Del mismo modo, recordó el derecho natural de movimiento, según se desprende del artículo 13 de la Declaración Universal.

En un estado de alarma y de excepción, la libertad puede ser “supuestamente” limitada y siempre coyunturalmente, para salvaguardar la seguridad de todos, y “con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás”, o por motivos de salvaguarda del derecho a la salud, en este caso, pública. Nos encontramos ante un hilo de difícil medida, pero, aun en esta situación y expresada la colaboración de todos, nuestros derechos siguen vigentes, y debemos expresarnos libremente para poder ubicar los cambios que se pudiesen avecinar sin que corran riesgo estos derechos inalienables. En el artículo 30 de la Declaración Universal, se expresa que “no podrá interpretarse los derechos, para emprender o desarrollar actividades tendentes a la supresión de cualquiera de los derechos” de tal declaración. Esto nos protege y nos da competencia a las personas para reclamar que, ningún tipo de ley, sea científica o política, o de cualquier otra forma, puede ir contraria, de manera continuada, o tendente a ser más permanente, a los derechos que tenemos todos lo humanos; y mucho menos, puede la ley, basada en alguna clase de ciencia, etc., obligar o alentar, servidumbre o algún tipo de diferencia entre las personas, sean como sean, o tengan la condición que tengan.

Puesto que la ley, ni las autoridades competentes, tienen autoridad para clasificar a las personas por ninguna clase de rango, tengan la condición que tengan, un virus o lo que sea, toda persona es libre de relacionarse con su condición natural, si lo desea, y nunca puede suponer una amenaza social por su natural condición, tal como se desprende en el artículo 2 de la Declaración Universal: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamadas en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.  

Las personas llamadas, equivocadamente, vulnerables, adorarían vivir una vida con los suyos, y ellas tienen la libertad total de protegerse o encerrarse, si es su deseo, sin embargo, las personas sanas, con o sin virus, tengan la condición que tengan, tienen el derecho de seguir viviendo, nuestros hijos deben enamorarse, besar, abrazar, contactar libremente con sus semejantes, no se les puede robar ese derecho, debemos abrirnos a la vida, crear vida, no se puede vivir con miedo a morir o enfermar, y mucho menos que suponga una amenaza impuesta bajo el resguardo de la ley, esa enseñanza a nuestros hijos es de total irresponsabilidad e ignorancia y falta a nuestros derechos fundamentales.

El pensamiento y la realización material de VNC, están basadados en la templanza expresada según los términos de la teoría filosófica de la indeterminabilidad. Esta manera de pensar, sentir y materializarse en este mundo, defiende unos términos de respeto y confianza en la humanidad y al entorno de dicha humanidad, que es la Naturaleza. Estas posturas defienden la necesidad de naturalización humana y de evolución de la consciencia, albergando los espacios intermedios de “natural artificialidad” con la esperanza de que las dos tendencias, aparentemente opuestas (artificial- natural), puedan articularse en un libre intercambio que no extreme ninguna de las propensiones. De esta forma, rechaza cualquier clase de totalitarismo, tanto desde el conocimiento científico, o tecnológico, como de otros conocimientos, y sin excusa alguna para que estos extremos puedan imponerse totalitariamente, o suponer una amenaza, a nuestros derechos universales de libertad.

Los humanos nos hemos ganado el derecho a opinar libremente, continuemos haciéndolo, pero recordemos que sólo opiniones respetuosas y dignas, que no alienten la violencia, la intolerancia, la mal-intención o la mal-interpretación, etc, es lo único que puede asegurarnos ese derecho a la libertad de expresión, con toda la diversidad de opiniones incluidas. Aun siendo estas no coincidentes, conforman el maravilloso mundo universal del respeto y la convivencia armónica, rasgo evolutivo humano que, en razón y consciencia, es máxima de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Debemos expresar la necesidad de alzar nuestros derechos, con la defensa también explícita del medio ambiente, debemos fomentar el diálogo sensato, así como buscar el término medio que no esté abocado a la imposición o el totalitarismo del conocimiento, sea esta la científica objetivista, la tecnológica, o de cualquier índole. Para ello, se hace urgente habilitar las transiciones necesarias entre las tendencias, con la intención de que todas las personas puedan conservar y ejercer el derecho que tenemos ganado y que nos sacó de la esclavitud.

Por una vida más Natural y Consiente.     


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