domingo, 24 de enero de 2021

Sobre la domesticación natural

El principio básico de toda domesticación vegetal, es la selección, el aislamiento relativo y conjuntado de plantas con las mismas características. ¿Qué quiere esto decir? Pues que, sin tales condiciones, el humano no podría haber obtenido los frutos que hoy día tenemos desde aquellos tiempos lejanos de la desglaciación, hace más de 12.000 años, que fue cuando comenzamos a domesticar las plantas.

Decimos que es aislamiento, en tanto que se intenta que no se mezclen con otras especies similares que no nos interesa, y relativo y conjuntado, porque, sin una cierta interacción con el medio, no se produce la natural transformación y, sin un conjuntado, no damos preponderancia a las características que buscamos. Sin embargo, pese a que estas fueron las bases para una primera domesticación, desde unos pocos años a esta parte, la domesticación racionalizada ha tocado sesgos absolutistas de máximo control, donde tanto la selección, como el aislamiento, ha provocado una total desnaturalización de las plantas. 

Esta domesticación, que llamamos artificialista, con transformaciones genéticas extremas, nos deja plantas absolutamente dependientes de fertilizantes y fitosanitarios industriales, pues sin ellos, y las condiciones de aislamiento y formas de cultivos que destruyen el medio, no prosperarían. Esto es un problema muy grave, con consecuencias impredecibles y que afecta a todos los humanos y, en particular, por supuesto, a los agricultores naturales. Es por esta razón, que la AN se enfoca, de manera muy concreta y fundamental, en la profunda comprensión y en la práctica directa de la domesticación natural.

En los libros de Vida Natural Consciente, fueron presentados los primeros acercamientos a la domesticación Natural. En el próximo Tratado de Agricultura Natural, se verán extensamente, tanto desde el punto de vista histórico, como desde el punto de vista actual, las maneras que la AN plantea las soluciones al respecto.

En estos momentos, con lo que nos quedamos es que, sin una adecuada naturalización de nuestras semillas, es absolutamente imposible cultivar de forma natural. Mi experiencia me informa que, en demasiadas ocasiones, incluso semillas llamadas “ecológicas”, no se adaptan tampoco a nuestra clase de cultivo, por lo que es un gran reto para los agricultores naturales, conseguir y conservar, las semillas de las plantas más antiguas y autóctonas que sea posible, y adaptarlas a nuestro medio y nuestras formas de cultivo.

Es tiempo de ir atesorando todas estas semillas y generar realidades directas para la AN. Animo a todos los agricultores, de cualquier índole ecológica, a cultivar, en la medida que sea posible, con sus propias semillas, año tras año, y que las intercambien con otros agricultores, ya que es esta una de las claves más importantes para poder generar un futuro mejor y más saludable, tanto para la Naturaleza, como para nosotros mismos, pues somos imagen y semejanza de nuestro medio. 

 

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