miércoles, 10 de febrero de 2021

El mundo natural de las habas y los lupinos


En los climas mediterráneos templados, el otoño es el tiempo ideal para plantar las habas y los lupinos dulces. En el cultivo natural, aprovechamos cualquier rincón para esparcir sus semillas. 

En el caso del lupino, sólo tenemos que esparcir el primer año, porque luego ellos se asilvestran solos, por sí mismos, eligiendo los lugares más idóneos. En la imagen primera, podemos observar un campo de lupinos. Estas masas verdes preciosas, no las he plantado yo. Este vegetal, con un esparcido primero hace más de media década, lleva viajando por estos bancales, eligiendo, en voz propia, sus lugares cada año. El único trabajo que tenemos que hacer es, después de cosechar y dejar algunas semillas a su libre albedrío, segar en verano y, en la primavera siguiente, recolectar de nuevo. 

Las semillas de lupinos son muy nutritivos y deliciosos y la planta, puedo aseverar que es la reina de la A.N., pues, además de estas virtudes mencionadas, desplazan la hierba molesta, al ser leguminosa, nutren la tierra y la preparan para cualquier cultivo que queramos poner. Los antiguos decían que, plantando lupinos, no hacía falta poner estiércol. 

Las habas, por su lado, también tienen un cultivo muy silvestre y adaptable para el cultivo natural, parecido a los altramuces; aunque es un poco más delicado, en el sentido de que hay que estar un poco más pendiente a la hora de esparcir las semillas -quizás enterrarlas un poco también-, y cuidar que el terreno se mantenga acolchado y flexible  y que no le den fuertes vientos, que le afectan un poco más.

En la imagen segunda, podemos apreciar estas plantas hermosas conviviendo con otras hortalizas y bajo dos jóvenes nectarinas y un paraguayo. En una próxima publicación, pondré detalles de estos cultivos. 

Feliz Febrero agricultores naturales. 

 

 

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